10/12/23

LUIS CABERA DELGADO: entre la vida y la muerte

Luis Cabrera Delgado es uno de los escritores cubanos más prolíficos e innovadores. Autor de más de medio centenar de libros para niños y adolescente, también ha incursionado en la poesía, el teatro, la investigación y la literatura para adultos. Muchos de sus títulos pertenecen a un género "entreverado" que complace tanto a jóvenes como a adultos. Entre esos libros, a menudo parabólicos, casi siempre con un peculiar sentido del humor, una amplia comprensión de la sicología criolla y la realidad cubana, y personajes pintorescos, se encuentra CAMPOSANTO FLORECIDO. Novela publicada en Cuba (Luminaria, Santi Spíritus, 2016) y en Colombia (Norma. Bogotá, 2019) y que escogí reseñar para el volumen de crítica literaria editado por la Academia Latinoamericana de Literatura Infantil y Juvenil con motivo de su vigésimo aniversario.

CAMPOSANTO FLORECIDO: ENTRE LA VIDA Y LA MUERTE



Título: Camposanto florecido
Autor: Luis Cabrera Delgado
Género: novela corta
Editorial: Norma (Bogotá, 2019). ISBN: 978-607-13-0630-2
Autor de esta ficha: Joel Franz Rosell
Camposanto florecido, de Luis Cabrera Delgado es un relato singular, parabólico, donde se cruzan humor e intención política, reflexión trascendente de valor universal y sátira de la realidad cubana reciente. Es una novela corta que ha sido publicada en colecciones juveniles de Cuba y Colombia aunque nada, en forma o contenido, obligue a limitar su lectura al lector adolescente.
Narrada en primera persona por un (podemos suponer, según algunos datos biográficos que conocemos) alter ego del autor, la noveleta cuenta las aventuras, más bien desventuras, que le esperan en el cementerio que escogió deliberadamente por estar situado junto “al último recodo del camino a El Purial, desde donde se ve la más hermosa vista del valle del Caunao” (C.F. 2016: 9).
Sin embargo, la plácida “vida de ultratumba” con que contaba, centrada en la posibilidad de ir en noches de luna a contemplar el idílico paisaje que arropase los momentos más agradables de su existencia terrena, se ve imposibilitada por una misteriosa agitación y un constante control de los “habitantes” de la vieja y casi abandonada necrópolis de su pueblo natal.

El responsable de todo ello es un supuesto héroe de guerras internacionales quien prepara el camposanto para el siempre inminente ataque de un enigmático enemigo externo. Si bien el lector cubano se divertirá con la lograda parodia de aspectos de la vida y la retórica bélico-revolucionaria que han dominado las últimas décadas en la mayor isla del Caribe, la capacidad de universalización que es indispensable a todo verdadero escritor, y que Luis Cabrera ha demostrado dominar más de una vez, convierten la narración en eficaz parábola de cualquier intento de apropiación personal del poder en nombre de un pretendido interés colectivo (sea grande o pequeño el tirano, y ejerza nivel de país, región, instituciones o colectividades… escolares, deportivas o culturales incluidas) de modo que el mensaje de alerta es útil para cualquier lector, sea cual sea su nacionalidad, edad o experiencia.

Ese mismo procedimiento: ir de lo particular a lo general se evidencia en el tratamiento del espacio. Los lugares que nombra el autor ya han asomado en otras de sus obras, y son perfectamente reales (incluso cuando llevan nombres tan peculiares que parecen inventados como Jíquima de Peláez o Sabanas de Pedro Barba), pero transmiten el encanto pueblerino y campestre de cualquier comarca latinoamericana e incluso de muchos rincones de los otros continentes.
No menos creativa es la denominación de los personajes; si esbirros como Zoilo Verdugo y Armando Cadalso proclaman su personalidad y función desde el nombre, el esperpéntico manipulador que se hace llamar Federico Miel (“Príncipe de la Paz” por patronímico y dulce néctar por apellido) y se pretende coronel, es en realidad un infame sin verdaderos méritos castrenses, que en vez de defender la justicia, la igualdad y la paz no hace más que practicar el egoísmo y sembrar la división en el otrora apacible camposanto. Pero esto es algo que se desvela poco a poco. La subjetividad del protagonista-narrador, recién llegado al cementerio y sometido a severa vigilancia por el ladino dictador, alimenta eficazmente un suspense que se mantiene, por otras vías, hasta las páginas finales.

Nuestro protagonista se percata enseguida de que le ocultan cosas y tratan de manipularlo, pero debe emplearse a fondo para lograr la confianza de algunos colegas enterrados, que le conocieron de niño y le van revelando la verdad. El título mismo, Camposanto florecido, es una ingeniosa anticipación del arma que determinará el patético fin del tirano. Las flores que se ha venido apropiando Federico Miel sin verdaderamente comprender su poder son, según la amable mitología de la muerte inventada por Cabrera, el camino para alcanzar “el reposo eterno”.

En algún momento he hablado de humor, y en varias ocasiones me he referido a la muerte, al cementerio y otros luctuosos ingredientes de la historia. Sin embargo, no son el humor negro ni ningún ingrediente macabro, lo que domina la narración. Luis Cabrera maneja con eficacia las técnicas del esperpento y el grotesco, y los emplea aquí con una ligereza que nos lleva a pasar la última página con la misma impresión de serenidad que dejan las olorosas flores de un sepelio.

A la manera de los cuentos clásicos, Camposanto florecido termina con el restablecimiento del orden, y para afirmar su convicción de que una vida mejor es posible, primero que todo en “este mundo”, el autor confía el final a dos personajes vivos, representantes de una nueva generación:
Enseguida lo reconocí: era uno de los nietos de la que fue mi novia en El Purial (…). Tomó de la mano al niño que lo acompañaba y con él caminó hasta el mejor punto de observación de aquel sitio:
-Mira, hijo- le dijo-, para que veas el más hermoso paisaje que hay en toda esta zona- no satisfecho, tomó al muchacho en los brazos y lo cargó para que tuviera una mejor altura de mira, y agregó-. ¡El valle del Caunao!
(C.F. 2016: 78)

Camposanto florcido. Luminaria. Sancti Spiritus (Cuba), 2016


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Luis CABRERA DELGADO (Jarahueca, Cuba, 1945), licenciado en Psicología, se ha consagrado desde hace varias décadas a la literatura: es autor de una obra prolífica, multiforme y archi premiada que incluye novelas, cuentos, poemas y piezas teatrales, tanto para niños como para jóvenes o adultos, así como ensayos y otros trabajos de crítica e investigación. También ha trabajo como profesor, promotor cultural y guionista de radio. Sus libros infantiles y juveniles gozan de un gran prestigio en su país, donde ha obtenido los premios más importantes, y han sido publicados en numerosos países de América Latina.
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Joel Franz ROSELL (Cruces, Cuba, 1954). Licenciado en Filología, trabajó durante nueve años como promotor literario en Cuba, y como periodista y profesor en Dinamarca y Francia. Tras abandonar su país en 1989 ha residido varios países de Europa y las Américas. Autor de cuentos y novelas para niños y jóvenes así como de críticas y ensayos, también ha incursionado en la ilustración. Ha publicado cerca de 40 libros en 13 países y 10 lenguas. Su labor ha sido premiada en Alemania, Argentina, Cuba, España, Francia y Venezuela.

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