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El libro y su futuro. 800 palabras de 40 autores


Mi primer editor español, Ediciones de la Torre, ha celebrado sus 40 años en el mundo de la edición de calidad con la publicación de una compilación de textos sobre el libro, la lectura y su futuro.



40 miradas sobre el libro y su futuro
VARIOS AUTORES
PRÓLOGO: Rogelio Blanco
EDICIÓN: José Manuel Delgado y Manuel Suárez
Ediciones de la Torre. Madrid, enero de 2020
col. BIBLIOTECA DE NUESTRO MUNDO 
ISBN: 978-84-7960-833-0
TAMAÑO: 16 x 24 cm PÁGINAS: 192
ENCUADERNACIÓN: Rústica con solapas
Imagen de cubierta: detalle de la Biblioteca de El Escorial
precio: 14,00 euros
Como ocurre con todos los títulos de Ediciones de la Torre, 0,7 % del beneficio bruto de este libro se destina a proyectos de ayuda al desarrollo en el Tercer Mundo a través de Organizaciones No Gubernamentales.
 
El volumen recoge 40 textos de otras tantas personas de muy diferente edad (de 24 a 92 años), de diversas profesiones relacionadas con el Libro (bibliotecarios, docentes, editores, escritores, ilustradores, periodistas, libreros, distribuidores, traductores, prescriptores y animadores de la lectura…) de diferente origen y condición social, pero todos ellos grandes lectores y amantes convencidos del valor supremo del libro en la Cultura y en la Sociedad. Textos forzosamente breves pero pensados, y sentidos, combinando experiencias personales o profesionales con reflexiones que animarán al lector a contrastarlas con las suyas propias. 

He aquí mi contribución:



¿SOLO OCHOCIENTAS PALABRAS PARA DECIR QUÉ ES, PARA MÍ, UN LIBRO?


La lectura: esa felicidad tan accesible
        Jorge Luis Borges


En materia de grandes desafíos, los que atañen a la literatura vienen encabezados por la obligación de decir mucho en pocas palabras. En quienes escribimos para niños, la brevedad es pan cotidiano puesto que nuestros lectores aborrecen la verborrea y prefieren el cuento, género inseparable de la capacidad de síntesis. Sin embargo, cuando se trata de hablar de la importancia de los libros y la lectura, ¿qué escritor (lector que ve historias en cualquier página en blanco) estimará que se le concede espacio suficiente?

Tengo la impresión de que la página impresa me ha acompañado siempre. De los raros recuerdos que conservo de mi primera infancia, uno de los más vívidos tiene que ver con la lectura… O con la privación de lectura, puesto que se trata de aquella montaña de historietas que quedó abandonada cuando nos mudamos del pueblo natal en una época en que yo apenas comenzaba a deletrear. Aquellas historias que no pude apropiarme, dejaron en mí un vacío que, hasta hoy, intento llenar con mis propias invenciones.

Pero por muchas que pueda crear, nunca recuperaré aquellas historias perdidas. Por eso leo, leo vorazmente; como si en ello me fuera la vida… Porque en ello me va la vida. Mi(s) otra(s) vida(s): esas que solo los libros nos permiten tener.



Todo lector ardiente asedió Troya con Aquiles y Agamenón, visitó la corte del Gran Khan en compañía de Marco Polo, creyó batirse contra gigantes molineros a lomos de Rocinante y besó a Julieta (o a Romeo) en un florido balcón de Verona. 

Todos fuimos desmesurados o liliputienses en la piel de Gulliver, civilizamos una isla desierta mano a mano con Robinson y estuvimos en Marte gracias a Ray Bradbury. 
Los libros raramente modifican nuestro modo de pensar y resolver nuestra agenda cotidiana; pero eso no significa que no nos cambien la vida, puesto que ponen en ella sucesos que trascienden el polvo de los días. 


Los lectores intensos dejamos de hacer cosas para leerlas (leer es una forma de hacer, pero no con el cuerpo sino con el alma). Como dijo Borges, la lectura nos permite recordar cosas que no hemos vivido. Pero ¿realmente no las hemos vivido? Si las hemos leído bien, las hemos incorporado a nuestra singladura. La bibliografía de mi vida es parte de mi biografía.



Escritor y lector ardiente tienen en común el artificio de Penélope: destejer negras líneas de palabras para retejer en los espacios en blanco su propia versión de la obra. Escritores y lectores carecemos de la fidelidad y perspicacia de la reina de Ítaca y aceptamos por momentos a falsos pretendientes… hasta que despertamos del error y retornamos a la paciente espera/búsqueda del auténtico Odiseo.
 

Una verdadera obra de arte (cuadro, filme, libro) contiene numerosas puertas cerradas, concebidas menos deliberadamente por el autor que por su inextricable subconsciente. Es tarea del aficionado, espectador o lector descubrir (lo digo en el sentido de retirar el velo que oculta una escultura) qué hay del otro lado.

Leer no es caminar sobre los pasos del que escribe. El lector emprende a solas la misma senda que el autor y alcanza inevitablemente el mismo punto de llegada. Pero los dos no andan al mismo ritmo, no reparan en similares detalles ni sufren iguales percances. 

El lector no viaja con el mismo equipaje, ni lo hace en idénticos día y hora (a menudo, autor y lector son individuos enclavados en épocas y bajo cielos muy distintos y distantes). Lector y autor cruzarán la ruta de personajes tan parecidos como diferentes, no verán al mismo pájaro volar (o sí, pero en dirección opuesta), no compartirán jamás -al milímetro- sensibilidad, convicciones y necesidades estéticas). Incluso las hierbas del camino parecerán otras; aunque la especie no haya mutado un gen, la estación no será la misma, no soplará idéntica brisa y, lo que es más importante: incluso si todas las condiciones externas se repitiesen con atómica precisión, la nariz es la de otro.

Insisto en las semejanzas entre un lector apasionado y un escritor de talento sin olvidar que José Martí dijo: “Leer es andar, escribir es ascender”.

Cuando un gran escritor cuenta el Himalaya, sus palabras no padecen falta de oxígeno. Al contrario, sus palabras tienen la inmensidad, la pujanza, la inigualable pureza de las cumbres.

Es ese oxígeno perfecto lo que buscamos en los libros. Demasiado viciado es el aire de nuestras vidas, y solo podemos terminar el largo y tortuoso camino si de vez en cuando nos llega el soplo vivificante. Haz correr ante tu rostro las páginas de un libro y sentirás la brisa virginal.

Joel Franz Rosell
Paris, 6 de enero de 2020


Los otros colaboradores del volumen son: 

Gonzalo Alegría • Antonio María Ávila • Jesús Ayuso • Antonio Basanta Reyes • Josefina Betancor • Antonio Cánovas del Castillo • Miguel Calatayud • Fernando Carratalá • Marina Casado • Clara Cortés • Gonzalo Crespi de Valldaura • Mari Carmen Díez Navarro • Antonio de la Fuente Arjona • Concha García • Félix García Moriyón • José María G. de la Torre • Juan Armindo Hernández • Marta Higueras • José Luis Largo • José Manuel Lucía Megías • Emiliano Martínez • Elena Martínez Blanco • María Asunción Mateo • Federico Mayor Zaragoza • Juan Mollá • Mirta Núñez Díaz-Balart • Enrique Obregón Valverde • Manuel Obregón • Víctor M. Obregón • Andrés París • Raimundo Pérez-Hernández y Torra • Manuel Rico • Antonio Rodríguez Almodóvar • Amelia Romero • Ana Santos Aramburo • Felipe Sérvulo • Eugenio Suárez-Galbán Guerra • Álvaro Torrente • Pere Vicens Rahola



El libro fue presentado el 3 de marzo de 2020 
en la Biblioteca Nacional de España 
con participación de 
José Manuel Delgado de Luque, Manuel Suárez González, Rogelio Blanco, José María de la Torre y Ana Santos Aramburo.


Comencé mi colaboración con Ediciones de la Torre a principios de los años 90. Cuando todavía vivía en Brasil propuse mi libro recién estrenado en portugués (Era uma vez um jovem mago. Editora Moderna. Sao Paurlo, 1991) y aunque fue inmediatamente aprobado, su publicación solo tuvo lugar cuatro años después, en una versión ampliada, reorganizada y corregida que ha cosechado muy buenas críticas y que fue mi primer libro español, y el más antiguo que tengo en catálogo:




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