La asociación Visages d’Ailleurs dedicó su semana cultural de
septiembre 2018 a Cuba. El programa incluía actividades en Limogne-en-Quercy,
Lalbenque, Flaujac-Poujols y otras localidades del departamento de Lot, en el
suroeste de Francia.
Mi primera actividad fue un encuentro con colegiales que, con
la eficaz mediación de su profesora de español leyeron mi cuento "Taita
Osongo: el camino del monte" (Editorial Gente Nueva. La Habana, 2016) y
preparado una sólida batería de preguntas en torno a Cuba y mi carrera de autor
e ilustrador.
Esa misma tarde, el presidente de la asociación, Benoit Rammaert me
llevó a visitar Cahors, ciudad que
cuenta, entre otras atracciones turísticas, con un monumental puente que une
Cahors con la escarpada orilla occidental del río Lot.
El puente Valentré es
el puente medieval más completo y característico de Francia. Fue incluido en la
lista de monumentos en 1840 y restaurado unos treinta años después. Durante
mucho tiempo fue el principal acceso a la ciudad, situada en una especie de
península; pero actualmente es peatonal. Comenzado en 1308, ya era utilizado en
1345, pero aparentemente sin las torres, que datarían de alrededor de 1380, en
plena Guerra de 100 Años. Fue en la restauración
de los años 1870 que el arquitecto le dio a las torres el aire militar que hoy
se observa. Según una leyenda, lo lento de la construcción llevó al arquitecto
a prometer al Diablo, si lo ayudaba a concluir la obra, su alma. Llegado el
momento de colocar la última piedra, el astuto constructor pidió al Maligno
llevar el agua necesaria para el mortero en un tamiz… que se vaciaba antes de
alcanzar el tope de la torre. La imposible misión hizo al Diablo incumplir
su promesa y, desde entonces, vendría cada noche a tratar de arrancar la
maldita última piedra. Por ello, en la torre central, casi a nivel del techo se
ve esculpido un diablillo furioso.
Esa misma noche tuvo lugar en el teatro La Halle, de Limogne, el
concierto de pianojazz a cargo de mi compatriota Alejandro del Valle, que incluyó piezas de su
creación e inspiradas recreaciones de standards de la música popular cubana
como "El manisero", "Ay mama Inés" o "Quirino con su
tres"; así como guiños a Francia, donde actualmente reside el artista,
como "Las hojas muertas".
Al día siguiente tuvo lugar la presentación de ejemplares de mis
libros en la mediateca de Lalbenque. Varios de mis títulos franceses habían
sido aportados por la librería más cercana y, ante la dificultad de obtenerlos
por la misma vía, yo llevé una muestra de mis títulos en castellano... que no
fueron precisamente los que menos éxito tuvieron. Entonces tuve la ocasión de compartir con Del
Valle, quien presentaba su novela y un libro de su padre, el exministro del
Interior y de Salud Pública, Sergio del Valle.
Volvimos a vernos esa noche, en
un debate sobre la Historia y la actualidad cubanas, que también contó con la
presencia del gran reportero Bertrand Rosenthal, quien fuera jefe de la oficina
de la agencia France Presse en La Habana, entre 1989 y 1993 .
El debate fue
rico y por momentos polémico, pues cada uno de nosotros tiene experiencias y
perspectivas muy diferentes, aunque de cierto modo complementarias, sobre el
devenir de Cuba en las últimas seis décadas.
De cierta manera, la discusión se
prolongó tras la proyección, la noche siguiente, de la película "Escuela
de conducta", que cuenta con gran fuerza dramática la dolorosa realidad de
niños y adultos cubanos de hoy, y el rol esencial que puede realizar en ese
contexto un educador digno de ese nombre.
Dos escuelas, precisamente, visité al día siguiente: con su clase de
prescolar la competente Nathalie Fayemendy había realizado un excelente trabajo
en torno a Petit chat et la neige
(versión francesa de Gatito y la nieve)
y el encuentro fue emotivo desde mi llegada, cuando los chiquitos, que jugaban
en el patio, me vieron bajar del auto y comenzaron a corear: “¡Jo-el, Jo-el,
Jo-el…!”; pero también fue muy instructivo, pues la maestra había preparado muy
bien a los chicos.
Como ya habían hecho algunas de las cosas que suelo hacer cuando me encuentro con los pequeños lectores de la serie Gatito, debí innovar. Y de paso aprendí algunos recursos pedagógicos con Nathalie.
Tras el almuerzo visitamos otra escuela, de chicos un poco mayores. La
preparación había sido menos profunda, pero el taller de ilustración rindió
magníficos resultados.
el ejemplar de Petit Chat et la neige dedicado a los niños de la escuela "maternelle" de Flaujac-Poujols |
Los habitantes del departamento de Lot son muy "latinos": gente acogedora,
curiosa, simpática y comunicativa. Allí se cosecha la famosa trufa (champiñón
negro que alcanza precios estratoféricos) y se fabrica uno de los mejores
foie-gras del mundo. Me moví entre varias aldeas y caseríos, siempre en una
naturaleza verde (pese a la intensa sequía y tórridos calores del recién
concluido verano) y en más de una ocasión hubo que dar un frenazo para evitar
atropellar a un venado o corzo.
Entre los recuerdos que me traigo están un cielo azulísimo... que de noche dominaba una Luna plena como pocas he visto y una arquitectura muy peculiar caracterizada por muros muy espesos (protección indispensable a los calores intensos del verano y al frío agudo del invierno) construidos, como las cercas que bordean los campos, con piedras irregulares, extraídas de un suelo nada ameno. Los tejados de arcilla oscura, no muy inclinados y los elevados atrios que preceden la puerta principal, son otros rasgos de la arquitectura tradicional.
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