Comparto con ustedes mi respuesta al escritor, editor y periodista cubano
Enrique Pérez Díaz, quien prepara un testimonio sobre las motivaciones de
quienes hacemos literatura infantil.
¿POR QUÉ ESCRIBO PARA CHICOS?
No es salir del paso, declarar que escribo para niños y adolescentes porque
yo era uno de ellos cuando empecé mi primera novelita. Escribía para mí mismo,
para mis hermanos y amiguitos, paliando la escasa oferta de libros infantiles y
juveniles en la Cuba de finales de los años 60. Es frecuente que un escritor se
forme entre las páginas de los libros que lee con mayor pasión… entre las que
desea ver aquello que echa, pese a todo, de menos. Todo escritor es una especie
de crítico, de “corrector” de los libros que lee.
Yo comencé mi primera novela con 12 años cuando me vi temporalmente privado
de “mi dosis” de lecturas porque debí desertar la Biblioteca Provincial, único
sitio en que podía encontrar las obras -editadas en España- del historietista
belga Hergé, de los británicos autores de novelas detectivescas Enid Blyton y
Malcolm Saville, y de nórdicos y alemanes como Astrid Lindgren, Tove Jansson, Erich
Kästner, Josephine Siebe, Ake Holberg y Edith Unnerstand, maestros en la
combinación de humor, fantasía y exotismo (desde el punto de vista de un
cubano) que me gustaba y que las librerías cubanas y la Editora Juvenil (única
editorial cubana para chicos entonces) no ofrecía sino excepcionalmente.
Aunque mis lecturas fueron haciéndose progresivamente adultas, seguí
escribiendo el mismo género hasta los 19 años. Luego, cuando gracias a los
talleres literarios y a mis estudios en la Facultad de Humanidades, ya era
consciente del rigor estético y función social que corresponden al escritor, y me
convertía irremediablemente en adulto, ya era demasiado tarde para cambiar
de estilo, de manera de escribir… Puesto
que para mí la literatura infantil (en rigor la narrativa, que es lo que
escribo) es un género literario como la lírica, el texto dramatúrgico o el
ensayo; un discurso estético peculiar cuyas modalidades de forma y contenido
están determinadas –es su especificidad– por su destinatario. Y de la misma
manera que un poeta escribe poesía, yo escribo narrativa infantil; tenga
destinatario infantil o no en mente, y sean el tema y hasta el lenguaje
pertinentemente infantiles o no.
La cuestión es ¿por
qué prefiero el destinatario infanto-juvenil y no el otro, los adultos que son
mis iguales? Pues porque los niños (más que los adolescentes, que no requieren
ni provocan formas literarias específicas) tienen una manera sui géneris de abordar la realidad y
utilizar el lenguaje que corresponde exactamente a mi modo de concebir y
expresarme literariamente. Mis cuentos y novelas pueden tener temas que interesan
a los adultos, pero mi forma de desarrollarlos es la del cuento/novela
infantil, con su facilidad para mezclar realidad y fantasía, tratar las
palabras con juguetona libertad y presentar los problemas individuales y
sociales con una especie de simplicidad. Me interesa y preocupa el mundo en que
vivimos, pero no me creo capaz ni me divierte el realismo; prefiero la
metáfora, la parábola. Y, para terminar, hay una generosidad una “ingenuidad”
(tomen en cuenta las comillas) en la recepción infantil que necesito como pago
a mi total entrega a la creación literaria.
Sobre estos temas me he extendido
en diversos artículos, publicados en revistas impresas o en espacios
electrónicos, parte de los cuales reuní en mi primer libro de ensayos: La literatura infantil: un oficio de
centauros y sirenas (Lugar Editorial. Buenos Aires, 2001).
1 comentario:
Hola Joel!
Enhorabuena por tus viajes y gracias por compartir con nostros tantas experiencias y anécdotas.Buen viaje a Panama y me he enterado ahora mismo leyendote que el nombre que luces anunciaba ya la futura capacidad artística de la que gozarías...
Un beso
Juan C. Mella. A Coruña
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