¿UN CUBANO QUE ESCRIBE EN FRANCÉS O UN ESCRITOR FRANCÓFONO?
Como cada año, este 20 de marzo se celebra la Jornada Internacional de la
Francofonía y la Lengua Francesa.
Actualmente, 321 millones de personas de todos los continentes tienen el francés
como lengua materna, principal, de uso frecuente o referencial; razón por la
cual se festeja en naciones donde no es idioma oficial y por la que el evento se
centra no solo en la literatura y otras formas artísticas basadas en el lenguaje,
sino en un más amplio concepto cultural, social o político (la Organización Internacional
de la Francofonía surgió en 1988 de la “simple” Agencia de Cooperación Cultural
y Técnica creada en 1970 y cuenta hoy con el reconocimiento de la ONU).
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en la librería internacional NQL París, 1998
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Yo nací en Cuba y no conocí otro idioma que el castellano hasta los 13
años, cuando comencé a estudiar inglés de manera más o menos irregular. Sin
embargo, pese a dominar antes el portugués, es el francés la única lengua que
me permite hoy considerarme bilingüe. Todo empezó cuando me casé con una
francesa en 1989 y, aunque por dos años nos comunicamos en portugués (vivíamos
en Brasil), paulatinamente pasamos a la “lengua de Molière” que, tras llegar a
Francia en septiembre de 1994, se fue imponiendo no solo en mis relaciones
sociales, sino incluso en mis pensamientos y sueños.
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selección de mis libros en francés (1998-2017)
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Si mis novelas las he escrito hasta hoy en castellano, varios de mis
cuentos y algú
n texto periodístico los he escrito, desde 1992, directamente en
francés. Pero independientemente de la lengua en que los escribí, algunos de mis
libros han aparecido antes en francés. Es el caso de Mi tesoro te espera en
Cuba (estrenado como Cuba destination trésor dos años antes), La
tremenda bruja de La Habana Vieja (brevemente precedida por Malicia
Horribla Pouah, la pire des sorcières), La leyenda de taita Osongo (con
su edición francesa dos años antes que la mexicana y cinco antes de la primera
versión cubana) o La canción del castillo de arena (seis meses antes en
francés). Incluso tengo varios textos escritos en francés que acabaron
finalmente editados solo en castellano y/o traducidos a otras lenguas como La
bruja Pelandruja está malucha o los tres episodios de la serie Gatito), e
incluso uno, Petit chat noir a peur du soir, que ha cumplido más de diez
años de versiones galas, sin haber aparecido jamás en mi lengua natal.
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Petit chat noir a peur du soir. Bayard. París (varias versiones entre 2008 y 2020) |
Cosa más curiosa: a menudo tomo notas, escribo diálogos y situaciones -en
francés- para libros que finalmente escribo en español. Me ocurre como en los
sueños, que ciertas ideas se presenten en francés aunque su destino, o las
circunstancias evocadas nada tengan que ver con Francia.
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diálogo con el colega Lemy Coco en el Espacio Ultramar Salón del Libro de París, marzo de 2013 |
Lo cierto es que he llegado a tener más presencia en la edición y en la
promoción del libro en Francia que en mi propio país de origen. Con un número
de títulos similar, pero mayor presencia en el mercado, mi bibliografía
francesa refleja mis diversas formas de expresión y temáticas (realismo realzado
por la aventura, historia matizada por la fantasía, cuentos parabólicos o cercanos
a los cuentos de hadas, humor… sean de ambiente cubano o universal). También he hecho
talleres de escritura e ilustración o presentado mis libros en toda Francia, y
en escuelas y colegios franceses en el extranjero (Bilbao, Bogotá, Buenos Aires,
La Habana, Madrid, Munich) y he sido invitado a ferias internacionales como un
escritor francés más (Brasil, Panamá, Grecia).
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en la Feria Internacional del libro de Panamá (2012), con Francia como país invitado, intervine en un coloquio sobre mi admirado Julio Verne.
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ante el poster de la delegación francesa en la feria internacional del libro de Tesalónica (Grecia, 2008) |
Al participar en numerosas ferias y festivales del libro, y ser parte de
asociaciones que trabajan en la promoción del libro infantil y juvenil he
tenido muchas ocasiones de conocer a mis colegas, a los jóvenes lectores galos
y de comprobar en el terreno, y no solo a través de la lectura, lo que se
produce en Francia/en francés para los chicos.
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con mis lectores en el colegio de Maripasoula localidad de la Guayana Francesa en plena selva amazónica |
Si solo se tratara de escribir o publicar en francés, la cuestión de la
Francofonía podría resultarme ajena.
En un abordaje primitivo se suele considerar que escritores franceses son
los nacidos en el territorio nacional (específicamente en el hexágono que dibujan
sus fronteras europeas) y que los escritores francófonos serían aquellos que
escriben en francés en Bélgica, Suiza, Quebec, Haití y en un amplio abanico de
países otrora pertenecientes al imperio colonial galo (principalmente en África
Occidental y Asia) o en departamentos franceses de ultramar como Guadalupe, Guyane,
Martinica, La Reunión o la Polinesia francesa. El asunto es polémico, puesto
que un buen escritor de expresión -pero no nacionalidad- francesa no ve una
diferencia fundamental entre su trabajo y el de un colega residente en los 551.695 km² que ocupa Francia en el continente europeo.
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En Maripasoula (Guayana Francesa) con los lectores de mi novela La leyenda de Taita Osongo (publicada en francés en 2004)
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Al haber publicado en dos editoriales ultramarinas y colaborar en varios proyectos
relacionados con el mundo francófono, he tenido diversas ocasiones de conversar
sobre estos temas con colegas (algunos son incluso autores muy reconocidos).
Es
indudable que el francés, como lengua internacional, no puede limitarse a las
formas, acentos y contenidos del territorio en que nació y excluir a aquellos
en los que echó raíces y fructificó durante
décadas o siglos de coloniaje. Los intelectuales franceses más lúcidos están
perfectamente convencidos de la contribución estilística y temática de las
diversas culturas que se expresan en francés (incluidos aportes de las
otras lenguas que sus colegas practican en sus territorios de origen). Al mismo
tiempo, la alta cultura francesa reconoce y respeta las diferencias históricas,
geográficas, de flora y fauna, de costumbres, creencias, gastronomía,
psicología colectiva, interpretación de los fenómenos sociales, etc, que son específicas de los autores de otros territorios y países.
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La leyenda de Taita Osongo, que considero mi mejor novela fue estrenada en francés por Ibis Rouge (Guayana Francesa, 2004) y reeditada por Orphie (La Reunión, 2017) esta vez con mis propias ilustraciones |
Yo, por cubano y por ende caribeño (“vecino” de haitianos, martiniqueses e
incluso, de los más lejanos habitantes de la Guayana Francesa o La Reunión con
quienes compartimos la esclavitud, los aportes étnicos africanos, el cultivo de
la caña de azúcar y la experiencia colonial), ¿puedo considerarme un escritor
francófono? Sí, cuando en libros como “La leyenda de Taita Osongo” o “El camino
del monte” abordo asuntos y paisajes que nos son comunes, pero menos cuando trato
temas específicamente cubanos o “universales”. Cuando se trata de
aportes lingüísticos la cuestión es bien distinta, puesto que si hubiera huellas de castellano en mi francés,
eso sería un defecto y no una contribución como cuando esas enriquecedoras
impurezas proceden del creol o de otras lenguas que tienen un legítimo y
fecundo contacto con el francés en los países y territorios verdaderamente francófonos.
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con dos de mis mejores libros en edición cubana y francesa frente al ayuntamiento de París durante la visita oficial de Raúl Castro |
¿He de considerarme entonces como una rara especie de escritor cubano de
expresión francesa o simplemente como un cubano que, de vez en cuando, escribe
en francés? Lo último implicaría nigar la influencia del ambiente francés
(literatura, historia, filosofía, gastronomía, paisajes, costumbres) en que
estoy inserto desde 1989. Eso haría de mí un escritor anclado en el pasado y encerrado en una burbuja ajena a su realidad cotidiana.
El asunto es demasiado complejo para dedicarle más tiempo que el que merece
la importancia de mi obra… Pero aunque sea solo hoy, 20 de marzo, Día
Internacional de la Lengua Francesa y la Francofonía, tengo la obligación de consagrarle
unas líneas.
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