EL SECRETO DEL COLMILLO COLGANTE
La tercera novela detectivesca juvenil cubana cumple 40 años
El secreto del colmillo colgante. La Habana. Gente Nueva, 1983 |
No recuerdo exactamente el día, pero fue seguramente en octubre o noviembre de 1983 que mi amigo y colega Eduardo Heras León me puso en las manos el primer ejemplar de EL SECRETO DEL COLMILLO COLGANTE, mi primer libro publicado.
No era el libro completo, sino solo "la tripa", es decir un ejemplar impreso, de la primera a la última página, solidamente pegadas; pero sin la tapa, que no podía ser impresa en las rotativas de la imprenta Ursella Díaz Báez, sino en una imprenta capaz de aplicar a la cartulina (entonces más blanca que el papel gaceta interior) los colores, en realidad escasos, de la sobria imagen diseñada por Enrique Martínez Blanco.
Durante un mes solo dispuse de ese ejemplar incompleto que Heras León había sacado de la imprenta donde, cumpliendo labores como editor de Letras Cubanas, lo había descubierto.
Yo vivía por entonces en Santiago de Cuba y fue segurablemente en uno de mis viajes a la capital, como especialista literario provincial, que el chino Heras me entregó aquel ejemplar todavía incompleto, pero que me graduaba como escritor édito. Lo guardé durante años y no sé en qué momento lo perdí; tal vez cuando me mudé a Brasil, con solo un par de maletas, en junio de 1989.
El secreto del colmillo colgante tuvo una tirada de 50 000 ejemplares; una cifra considerable para el primer libro de un autor, pero que resultó insuficiente puesto que un año después era prácticamente imposible hallar un solo ejemplar en librerías. La acogida del público fue tan entusiasta como reservada fue la de la crítica oficial, que prefería la narrativa esteticista y, paradójicamente, proclive al didactismo ideológico tan frecuente en la época.
El subgénero detectivesco era considerado superficial, comercial e intrascendente, y la propia novela juvenil concitaba escaso interés. De hecho, El secreto del colmillo colgante fue solo la quinta novela juvenil publicada en Cuba tras Aventuras de Guille (1964-66) de Dora Alonso, Tafie y la caoba gigante (1979) de Efigenio Aimejeiras, El enigma de los Estelines (1980) de Antonio Benítez Rojo y El misterio de las Cuevas del Pirata (1981) de Rodolfo Pérez Valero; las dos últimas también de trama detectivesca.
Mi interés por la novela detectivesca juvenil comenzó en 1967, cuando descubrí en la Biblioteca "Martí" de Santa Clara, las series de aventura y misterio de Enid Blyton y Malcolm Saville. Leí decenas de ellas hasta que, al comenzar octavo grado en la escuela anexa a la Universidad Central, que estaba a diez kilómetros de la ciudad, me vi imposibilitado de acceder con la frecuencia deseada al único lugar donde se encontraban libros de aquel género (ediciones españolas importadas por la Dirección Nacional de Bibliotecas que no se vendían en la red nacional de librerías).
Privado de las lecturas que se me habían vuelto indispensables, comencé a escribir yo mismo novelas de aventuras que, pronto, se centraron en tramas detectivescas.
Un poco de historia
Inicialmente escribí para mí mismo, y para mi hermana, mi hermano; una prima, algún amigo... y siguiendo modelos que, ya en la segunda mitad de los 70, incluyeron obras más variadas y ambiciosas e incluso más recientes. Dos de ellas me marcaron particularmente por su mayor ambición estética y vocación social: Timur y su pandilla, de Arkadi Gaidar y Emilio y los detectives, de Erich Kaestner.
A la narrativa detectivesca juvenil dediqué un ensayo que, a medida que fui ampliando mi conocimiento del género, enriquecí con bibliografía de Francia, Brasil, España, Inglaterra, Austria, Suecia, Argentina, Portugal... Ese trabajo conoció diversas versiones (en el periódico provincial Vanguardia, en la revista nacional Letras Cubanas, en la española CLIJ, en Bookbird, revista de la Organización Internacional del Libro Infantil y en mi libro La literatura infantil: un oficio de centauros y sirenas). La versión más reciente está en este mismo blog:https://elpajarolibro.blogspot.com/2017/01/la-novela-detectivesca-juvenile-siempre.html
Mi primera novela la terminé apenas cumplir trece años y me la inspiró la película de Yves Robert La guerra de los botones (1962) inspirada en la novela homónima (1912) del también francés Louis Pergaud... que yo leería solo en 1990. Pese a sus fuentes, galas, "Acción en el arenal" resultó uno de mis empeños más cubanos del período pues incluí entre los personajes a varios de mis compañeros de colegio y no pocas expresiones de la jerga juvenil de la época; algo que explotaría posteriormente mucho menos.
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tapa de mi primera novelita (noviembre de 1967) |
Antes de cumplir 20 años, ya tenía cincuenta y cuatro novelas de aventuras repartidas en media docena de series que, salvo una, la primera, estaban ambientadas fuera de Cuba: en Europa, las Américas, África, el Medio Oriente... e incluso en la Luna y el planeta Marte.
portadilla de mi primera novelita |
portadilla de la única de mis novelas de ambiente no cubano que conservo |
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fue en cuadernos como éste que escribí la mayoría de mis novelitas "privadas", anteriores a 1974. Pero incluso la versión inicial de la primera que daría a conocer públicamente la escribí en una de aquellas libretas |
primera versión de El secreto del colmillo colgante. Tapa del manuscrito que discutí con los niños del taller literario de la Biblioteca "Martí" en 1980. |
No era, sin embargo, esencialmente diferente de la que, un año después, recibió Mención en el premio Ismaelillo de la UNEAC y que finalmente sería publicada por la editorial Gente Nueva en 1983.
Pienso que la aceptación de El secreto del colmillo colgante, al margen de la trama detectivesca, se debe en gran medida al ambiente contemporáneo y al protagonismo por chicos de la misma edad de su destinatario (aunque me consta que la novela fue muy leída por adultos). A inicios de los 80, la narrativa cubana -y no solo la infantil y juvenil- solía hablar de la revolución de 1959 o de los años previos (con la clara intención de establecer la "necesidad objetiva" del proceso de transformaciones implementado por Fidel Castro). El ambiente de aquellas novelas, noveletas y cuentos era a menudo rural, distante de la experiencia y marco de vida de la mayoría de los cubanos. La vida cotidiana de los niños y adolescentes de entonces solo era abordada literariamente con un enfoque ejemplarizante o simbólico.
Prueba de la buena acogida que tuvo esa novela son sus adaptaciones por la muy escuchada Radio Progreso (posteriormente reemitida por radios provinciales) y, en forma de historieta, en la revista Verde Olivo del Ministerio de las Fuerzas Armadas. Si la primera fue fiel al texto, la segunda, motivada por los elementos políticos de la trama, fue una adaptación libre que solo descubrí cuando ya estaba enteramente publicada y que añadió algunos estereotipos muy ajenos a mi sensibilidad. Tanto me decepcionó aquella versión que ni siquiera cuando fui recibido por el jefe de redacción de Verde Olivo reclamé un ejemplar para mi archivo. Casi 20 años después me limité a fotografiar los dos números de la revista que encontré en la biblioteca de Santa Clara.
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adaptación de El secreto del colmillo colgante publicada por la revista Verde Olivo en mayo de 1987 |
En 2009 publiqué la "precuela" Exploradores en el lago, la novela que, en fin de cuentas, viene a dar comienzo a mi tan deseada serie Los Exploradores Incógnitos. Este libro cuenta la formación de la pandilla y una aventura detectivesca y ecológica que, además, acomete la necesaria actualización de la pandilla... que ahora incluye chicas y es más universal.
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Exploradores en el lago Alfaguara. Madrid, 2009 Loqueleo. Madrid, 2017 Gente Nueva. La Habana, 2021 |