La Habana. Editorial Gente Nueva, 2016 Premio Pinos Nuevos ilustraciones: Ares |
Hermanas de intercambio y el pacto
con el lector infantil
¿Realismo o desencanto?
Desde mediados de los años 1990, los autores de literatura infantil que en
Cuba suplen la falta de una verdadera actividad crítica (que no es la opinión de
creadores sobre su obra o la de sus colegas, y a veces amigos, ni la promoción
que hacen las editoriales de sus productos y ni siquiera la mayoría de los
trabajos universitarios, más elogiosos que exegéticos). Esos autores
desdoblados en ensayistas y normativos (al también ejercer como jurados y
editores) han defendido la tesis de que el abordaje sin cortapisas de los males
de la familia, la escuela y la sociedad en general, es la marca definitoria de
la literatura (en realidad se refieren esencialmente a la narrativa) cubana para
chicos posterior a 1989.
No
obstante, si hablé en mis primeras líneas de desencanto más que de realismo, es porque no veo en la LIJ cubana
actual tanta representación concreta de nuestras realidades (¿alguna vez he
leído términos como “reunión del CDR”, “picadillo de soya”, “se cayó del
camión”, “batalla de ideas”, “paladar”, “bloqueo”, o la evocación explícita de
una calle, de un barrio o de un hecho relevante reciente?). En cambio veo un pesimismo
casi programático en gran parte de la producción; sea de corte realista o
parabólico-fantasiosa, en forma de libro independiente o integrado a una de las
abundantísimas “antologías”.
Pero si puedo
entender y hasta compartir la inquietud de muchos frente a ciertos aspectos de nuestra
realidad, lo que realmente me preocupa es verla expresada con evidente
desconocimiento de las necesidades y posibilidades de comprensión y disfrute por su destinatario supuesto, que son almas cargadas de futuro.
Para ganar
un premio de literatura infantil e incluso para publicar un libro, hoy, en
Cuba, parece obligatorio mostrar un niño más o menos infeliz, con los padres
divorciados y uno de ellos al menos, alcohólico, ausente, violento, frustrado…
sin que se indiquen, en la mayoría de los casos, los motivos sociales de tanta
disfuncionalidad: falta de utilidad, mala remuneración y/o de reconocimiento
social de la labor ejercida, hacinamiento en una vivienda con malas
condiciones, injusticia social, desacuerdo con el Sistema… Parecería que se
dice a los chicos: tus adultos son malos porque sí; las dificultades de los
individuos y de la sociedad están desconectados de los grandes problemas estructurales
o coyunturales de la nación y el mundo.
ilustración de Ares |
Ruptura de contrato
Las fuentes
del fracaso de los personajes adultos están a menudo ocultas tras veladas
alusiones, símbolos, metáforas u opacas elipsis. Demasiado vagamente para la
comprensión o la catarsis a que el joven lector tiene derecho. Abundan
(¿predominan?) temáticas, ideas y personajes adultos; pero incluso cuando no es
así, la perspectiva y las referencias –culturales, históricas, cotidianas- de
los personajes y del propio narrador (frecuentemente una tenue máscara del
autor) evidencian que numerosos libros infanto-juveniles cubanos no son libros
para niños y adolescentes. Para decirlo más claro: hay
demasiado texto ombliguista, más preocupado en mostrar a los colegas el dominio
de las técnicas literarias de moda o en aliviar al autor de sus decepciones,
frustraciones, cóleras y dudas… sin tener para nada en cuenta la necesidad de
sus compatriotas más jóvenes, que en definitiva también son impactados por frustraciones,
cóleras y dudas (las mismas y otras que son específicas de su edad).
Hay quien
evacúa el problema –del que está perfectamente consciente- con una pirueta
demagógica, afirmando que los niños lo comprenden todo, que incluso comprenden
mejor que los adultos, que cualquier tema cabe en la literatura infantil si
está debidamente tratado… Pero he ahí el problema: que demasiado a menudo
aparecen libros para niños de escritores que no conocen ni les interesa conocer
a los niños. Lo digo francamente: hay mucho poeta, narrador o dramaturgo que no
encuentra lugar en los planes editoriales para adultos y se apea con un presunto
libro para chicos única y exclusivamente para tener un título más… y cobrarlo.
Y arman su artefacto con el oficio que tienen (un oficio a base de fórmulas que
no funcionan en la LIJ), con mucho lenguaje y muy poca trama, y –lo repito-
desde un desconocimiento casi completo del infante como lector.
Pero el problema
no radica solo en un puñado de oportunistas, sino en parte de la masa que, con
la mejor intención, se lanza o instala en la literatura infantil sin conocerla
y sin esforzarse en comprender a su destinatario.
Tratar a
los chicos como si fueran adultos no es respetarlos. Es, al contrario,
depreciarlos (¿despreciarlos?) al punto de no querer conocer sus peculiaridades
sicológicas e intelectuales, su rango de vivencias y cultura. Es, sobre todo,
no ser capaz de hallar en sus peculiaridades todo lo contrario de una
limitación: un vasto horizonte donde explorar y desarrollar invenciones
estéticas.
La renuncia
a nuestro papel de mediadores entre el niño-adolescente y el mundo me parece
imperdonable porque si algo no podemos eludir los adultos, seamos escritores,
padres, maestros u otros actores sociales, es nuestro deber de proteger y
acompañar a los más nuevos en el difícil tránsito de la vida. Si no estamos
capacitados o, peor, dispuestos a cumplir el rol de Mentor, no asumamos la
tarea. Al igual que un adulto cualquiera que prefiere no tener hijos por
considerarse incapaz de educarlos, un escritor que no se estime suficientemente
apto o motivado para conciliar –al precio que sea necesario- su ambición
personal y las necesidades del destinatario infanto-juvenil, no debe publicar
libros para tan especial público.
No son pocos
los autores cubanos (de las diversas generaciones en activo) que han salido airosos
del desafío que supone la literatura infantil contemporánea: ser un adulto que escribe
para niños y adolescentes en una época que ha quebrado la campana de cristal
que otrora los aislaba de las realidades socio-económicas, morales,
sicológicas… Todo ello sin renunciar (el autor) a la expresión auténtica de su
espíritu, ambición e ilusiones de individuo y creador ni sacrificar (en el
lector) su derecho a comprender, crecer y disfrutar.
En otra
oportunidad extenderé mi análisis a otras obras publicadas en años recientes
que han sabido aunar audacia estética y amenidad, en complicidad y no en
conflicto con el destinatario niño o adolescente. Entre los que lo han logrado sin
abandonar una visión crítica mencionaré libros tan peculiares como: 274, de Andrés Pi Andreu; Alicia, de Yamil Ruiz; La tienda de nadie, de Elena B. Corujo; Manolito y las cosas muertas, de Karel
Bofill Bahamonde o Una casa con jardín,
de Rebeca Murga y Lorenzo Lunar… Pero voy a detenerme, por ser uno de los
títulos más recientes, de uno de los más jóvenes autores del panorama literario
nacional, en Hermanas de intercambio, de Eudris Planche Savón, que fuera premio
Pinos Nuevos 2015 y ha sido publicado este año por la editorial Gente Nueva,
con atinadas ilustraciones del siempre competente Ares.
Hermanas de intercambio es una
noveleta breve (92 páginas en formato 16 x 10 cm) dividida, de manera no muy
evidente, en varias series de capítulos cortos que pueden ser de dos tipos: la
narración “directa” hecha por Camila, una niña de 10 años, observadora e
inteligente pero no desprovista de ingenuidad (fuente de sonrisas para el
lector adulto y de identificación por el lector juvenil), y los apuntes de
la “libreta-diario” de la propia heroína-narradora. Lo que hace
compleja la lectura es la alternancia –de hogares y de protagonismo de las
anécdotas- que practican Camila y su hermana Yunieska. Es que se trata de una
familia recompuesta: dos niñas que van y vienen de casa de la mamá a la casa
del papá, alternándose. La madre de Camila parece “ligera de cascos” (no voy a
utilizar la palabra “jinetera” que calificaría demasiado duramente al personaje
y que, por supuesto, no la emplea el propio Planche; pese a que su lenguaje no
es siempre pedagógicamente correcto). De todos modos, la más mala
de la historia es la amargada abuela Hortensia. No mejor paradas salen
Kassandra, condiscípula de Camila que pertenece a una familia “maceta”, y la
maestra, demasiado sensible a los regalos de la susodicha.
Desde la
primera viñeta, muy corta, titulada “Yunieska”, se destaca el estilo irónico y
con gran habilidad para decir lo que no parece, del autor y/o la protagonista.
Empezando por el hecho de que es hablando de su hermana y de la abuela que la
narradora, Camila, se define a sí misma: lúcida, pero subjetiva, muy interesada
en la vida ajena y en comprender a los adultos, exagerada, bastante tramposa e
incluso un poquito mentirosa… En resumen: una niña deliciosamente compleja e
interesante; excelente elección como narradora.
De hecho,
lo más interesante del libro es la voz de Camila: su personalidad y manera de
contar personajes y situaciones, sean estos importantes o apenas incidentales.
La narrativa infantil cubana de este siglo explota mucho la fragmentación,
habiendo de hecho creado todo un género nacional con los libros de “viñetas”.
Cuando el autor es capaz de adobar su precisa lengua con eficaces “perlas” de
la oralidad infantil cubana, ese protagonismo del discurso, y la galería de
personajes que dicho instrumento presenta, constituyen en sí mismos un valor
narrativo… que una trama de mayor desarrollo quizás no garantizaría.
El
centro del libro son los conflictos familiares e interpersonales, con un
enfoque nada idealizado de la familia, la escuela y el barrio; de los adultos y
de los propios niños. Los recursos narrativos pueden ser innovadores, puestos
en función de una representación que si bien, como ya he dicho, se ha
convertido en estilema de la reciente
narrativa cubana para chicos, refleja no solo nuestra sociedad actual... sino lo
muy al tanto que están nuestros benjamines –lo admitamos o no- de sus
impurezas. Un ejemplo es esta discusión entre los padres de Camila y Yunieska,
en plena crisis de divorcio, donde la división de los bienes incluye a las dos
niñas, completamente objetalizadas:
Papá1: Es muy fácil llevarse todo lo nuevo. Hasta cuando voy a perder,
la yunieska es nueva y me la quedo yo, al igual que la batidora: la
compré por mi mamá, no por ti. Si quieres llévate este mueble y la camila,
que están de uso.
Mamá: ¡Nada de eso! Si tú eres inteligente, yo lo soy también. Mejor, para
que terminemos con esto de una vez, lleguemos a un acuerdo. Pero primero te
digo que el dinero que está en el banco es mitad tuyo y mitad mío, ¿o aceptas o
no hay trato?
Papá1: Okey, aunque es fácil para ti decir “mitad y mitad”, ya que el
dinero no salió de tu bolsillo. ¿Cuál es la propuesta de la que hablas? ¿Cómo
hacemos con la yunieska, la batidora, y la camila?
p.31
ilustración de Ares |
Hermanas
de intercambio tiene un tema similar (divorcio y
recomposición familiar, problemas escolares, adultos egoístas y egocéntricos)
al de otros muchos libros infantiles publicados últimamente en Cuba; pero en este
caso no se rompe el pacto con el lector puesto que el tratamiento formal, la
perspectiva y las anécdotas se basan directamente en el mundo que viven los
niños, y en su visión de los conflictos y defectos adultos (los afecten
directamente o no). Esos ojos que miran y voz que narra han sido hábilmente
construidos por Eudris Planche Savón a partir de una
captación eficaz del mundo y la psicología de una infancia… de la que se le
siente próximo, y no solo por su propia juventud. Lo confirma esta declaración
al diario salvadoreño CoLatino:
La realidad gris la convertimos en un juego. Podíamos estar en la calle desde que salíamos de la escuela hasta pasadas más de las 10 de la noche, jugando un juego tras otro. Juegos de grupo. A través de mi literatura trato de recuperar mucho de esa realidad que viví, aunque por supuesto dándole un enfoque moderno, con niños protagonistas de estos tiempos. El humor siempre tendrá un espacio en mi literatura, por muy cruda que sea la realidad que retrate. La infancia que viví me demostró que siempre hay un momento para la risa...
https://www.diariocolatino.com/traves-literatura-trato-recuperar-mucho-esa-realidad-vivi/
La reconstrucción que de la realidad cubana actual hace Eudris Planche resulta pertinentemente enriquecida por el humor, experiencias personales ficcionalizadas y experimentos formales. Es por eso, pero sobre todo, insisto, por su respeto del niño (tal cual es, y no puesto en un altar) que considero Hermanas de intercambio uno de los buenos ejemplos en que se desmiente el tabú de que escribir críticamente sobre la realidad cubana actual impide la amenidad y la comunicación con el niño real.
Joel Franz Rosell
ilustración de Ares |
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