Del 11 al
14 de septiembre tuvo lugar en Vincennes (afueras de París) la séptima edición
del Festival America, que –como sugiere la falta de acento en la segunda
palabra- no es un evento literario dedicado a las dos Américas y mucho menos a
la América Latina, sino a la América del Norte; es decir, Estados Unidos, Canadá
y México (integrantes de la citada región geográfica) más Haití y Cuba que, a
través de una importante migración, han insertado sus literaturas en las de
Estados Unidos y Canadá. Con motivo de sus diez años, el Festival America
incluyó en 2012, excepcionalmente, escritores de todo el hemisferio y esta vez
los organizadores quisieron “volver a las raíces” y no invitaron a ningún escritor
hispano.
Yo fui la excepción porque al no
ser más que un escritor para niños, no estaba en el listado oficial de
escritores (65 norteamericanos y 40 franceses), sino en página aparte del
vistoso catálogo del evento y fuera del cartel y la camiseta del evento (la
escritora norteamericana Delia Sherman, la autora e ilustradora francesa
Natalie Fortier y yo gozamos de tal “privilegio”.
http://scolairesamerica.blogspot.fr/ |
Lo cierto es que la literatura infanto-juvenil no ha
alcanzado en el Festival America el reconocimiento que merece. La “jornada
escolar” del viernes y las visitas de autores a escuelas de Vincennes antes,
durante y después del evento, así como las ventas y actividades que tienen
lugar en la carpa infanto-juvenil, en el “tipi” (tienda de estilo “piel roja”)
y otros espacios culturales de la localidad, dan muestra de la importancia de
la LIJ y el público joven… que, por cierto, ocupa buena parte de la agenda del
escritor o escritora elegido para la “residencia” del Festival (todos los años,
incluso los que no incluyen evento, un apartamento y una confortable suma de
dinero permiten a un autor trabajar durante tres meses en esta tranquila
localidad limítrofe de París; en 2012 la agraciada fue la cubana Karla Suárez,
primera escritora de lengua española en disfrutar de la “residencia de creación
Vincennes”).
La importancia de la literatura y el público
infanto-juvenil es, como decía, creciente y este año, por primera vez, desbordó
del programa y de los espacios consagrados a los chicos, al ser tema de un
debate para público adulto.
Creo poder atribuirme la idea de este debate, puesto que
inicialmente no estaba previsto y fueron los argumentos que desarrollé, en mis
entrevistas con las coordinadoras de la “programación escolar”, las que
permitieron su aprobación por la directiva del Festival. El hecho de tener
lugar el domingo por la mañana, momento en que había poca gente en el festival,
tanto como la falta de tradición y probablemente de una adecuada promoción,
explican la relativa escasez de público.
Confío en que esto no ponga en peligro su presencia en la
próxima convocatoria y que, paulatinamente, se convierta en uno de los momentos
más nutricios del festival. Y no solo porque son numerosos los maestros y
bibliotecarios que participan en el Festival America, y porque son muchísimos
los escritores, ilustradores y otros profesionales que se dedican al libro
infantil en Francia, sino porque los temas, las formas, las motivaciones y los
desafíos diversos que envuelven esta producción implican no solo a su
destinatario específico sino a personas de cualquier edad… Fue una de las ideas
en que más insistí al responder a las preguntas: “¿Cómo y por qué decide un
autor dirigirse a los chicos?” y “Es realmente diferente de escribir para
adultos?” que dieron inicio al debate.
En el estrado, a la izquierda de la moderadora, Lucie
Cauwe, nos hallábamos los norteamericanos Paolo Bacigalupi y Delia Sherman (con
sus respectivas traductoras), la francesa residente en Canadá Sophie Bienvenu, el
canadiense David Bouchard y yo.
Bouchard ha
publicado decenas de libros, abundantemente ilustrados y acompañados de CDs con
música y texto grabados por él mismo, que difunden las ricas tradiciones
aborígenes de Canadá. Como yo, él se dirige especialmente a niños y
adolescentes, mientras que Bacigalupi es antes que nada un famoso autor de
ciencia-ficción para adultos con algún libro dirigido a los adolescentes.
Sophie Bienvenu acaba de publicar su primera novela para adultos, pero sus
obras juveniles precedentes ya se hallaban en la frontera. Por su parte, Delia
Sherman es sobre todo una especialista en literatura fantástica cuyo primer
libro traducido al francés, “Laberinto hacia la libertad”, combina recursos
realistas y de ciencia ficción para presentar a los jóvenes actuales la
problemática de la esclavitud en el sur de los Estados Unidos.
La víspera,
Sophie Bienvenu me había expresado su sorpresa de verse incluida en un debate
sobre literatura infanto-juvenil, y Paolo Bacigalupi tampoco se sentía demasiado
cómodo. No obstante, la propia diversidad de relaciones entre nosotros cinco y
la cuestión de esa literatura que un ensayista francés dijera “definida por su
destinatario” era la mejor prueba del interés que la discusión podía tener para
el público general.
Cuando me tocó
el turno insistí en mi ya antiguo aserto de que la literatura infantil es algo
así como otro de los géneros clásicos de Aristóteles. Es decir, que si el poeta
escribe en versos y el dramaturgo redacta diálogos, el escritor infantil no lo es porque se dirige a los chicos, sino
porque la forma de su discurso está modulada por la manera que tienen éstos de
interpretar, expresar y actuar el mundo… que comparten con nosotros los
adultos. Lo que diferencia un libro para chicos de un libro para adultos no es
el tema –que puede ser el mismo: el amor, la verdad, el miedo, la guerra, la muerte-
sino el tratamiento formal específico… si bien, como también dije esa mañana de
domingo, la cuestión de las formas suele ser descuidada por los investigadores
y críticos de LIJ.
en este libro, de momento agotado, desarrollo mis concepciones sobre la literatura infantil |
Mi agenda
personal comenzó con sendos encuentros con alumnos de 8° y 9° grados. Como el
curso empezó solo 10 días antes del festival, los muchachos no pudieron leer enteros
los libros de los autores con quienes se reunieron.
Yo había propuesto el
capítulo 9 de mi novela “La leyenda de Taita Osongo” (único libro juvenil que
tengo actualmente en el mercado francés). Motivados, bien preparados y muy atentos,
los chicos me preguntaron más sobre el oficio de escritor, de mi vida y obra,
que sobre el libro.
Los
encuentros escolares del Festival America tienen, entre otras motivaciones, el
atractivo de permitir un encuentro en la lengua original de los autores. En mi
caso esto se vio muy limitado pues aunque los muchachos vinieron con su
profesora de español y con la de francés, solo los de 9° estaban en condiciones
de practicar un poco la lengua.
Al día
siguiente fui inteligentemente entrevistado por una estudiante en el “Café
literario de los jóvenes” que se desarrolla en un estrado dentro de la carpa
infanto-juvenil donde se venden los libros destinados a dicho público, lo que
permite al público escuchar las entrevistas de autores al tiempo que hacen sus
compras.
Antes y después de la entrevista, firmé mis libros en francés en la
mesa puesta a disposición de los autores por la librería Mille Pages (Mil
Páginas) que es una de las instituciones fundadoras y auspiciantes del evento. La
oferta de libros de los autores invitados o que giran en torno a América del
Norte no me pareció suficientemente amplia y representativa. No obstante, todos
mis libros franceses estaban e incluso uno de ellos se agotó. Por otra parte, algunos
de mis libros en español estaban en venta en la mesa de la asociación caribeña Ti
Woch a la que pertenezco (fue invitada porque el más reciente número de nuestra
revista para niños está enteramente dedicado a Haití).
En ese diálogo en torno a La leyenda de Taita Osongo, surgió la
cuestión de la importancia que tiene la naturaleza en la trama y en el “aparato
ideológico” de la novela. Taita Osongo es un mago que extrae sus poderes de un
contacto privilegiado y respetuoso con el medio ambiente. Es algo que se dice
explícitamente en la primera parte de la novela, cuando se encuentra en su
imaginario país africano y en la última parte cuando, después de ser
abandonado, casi moribundo, en los montes que rodean la plantación de Severo
Blanco, recupera sus poderes gracias al contacto con la naturaleza caribeña.
Pero sin dudas el mensaje ecológico más radical del libro se me reveló en ese
diálogo en la carpa infantil del Festival América cuando quise explicar que lo
de “leyenda” en el título no alude a fuentes tradicionales cubanas de mi
historia, sino a que solo volviendo a la naturaleza mis héroes podían escapar a
la letal institución esclavista. Taita Osongo, Alma y Leonel se funden con el
monte y así escapan a la desigualdad social instaurada por el Hombre. Es que en
la naturaleza cada organismo, cada especie, tiene su lugar y goza del respeto
del sistema.
A menudo se dice que la
literatura es una de las respuestas del ser humano a la eterna pregunta de ¿cuál es el
sentido de la vida? Yo he llegado a la conclusión de que el Hombre viene al
mundo para instaurar la justicia y la igualdad entre todos los seres vivos,
para realizar la utopía que en la naturaleza es realidad cotidiana.
mi ilustración para la última página de "La leyenda de Taita Osongo". Ediciones Capiro. Santa Clara, Cuba, 2010 |
Mis
libros fueron los únicos en español vendidos en el Festival este año. En la
carpa que acoge las editoriales y librerías participantes del “salón del libro”
había algunos libros en francés de unos pocos autores hispanos (para adultos);
pero en ese espacio, el más concurrido por los compradores, solo las
editoriales de Québec ofrecían también literatura infantil. Es la ambigüedad
inevitable del libro para chicos: si bien se destinan a los pequeños y jóvenes,
deben ser vendidos y promovidos también entre los adultos. En primer lugar
porque la mejor literatura infantil puede ser leída por adultos, y en segundo
lugar porque estos últimos son los que poseen un verdadero poder adquisitivo y
la inalienable responsabilidad de participar en la formación cultural de los
jóvenes a su cargo. Pero, como dije, es algo que los canadienses comprenden
mejor que los franceses.
en la mesa de la asociación Ti Woch http://tiwoch.wordpress.com/ |
Mi última
actividad fue un taller de ilustración para niños en un “tipi” aledaño a la
carpa infanto-juvenil. Lo desarrollamos el ilustrador que preside de la
asociación Ti Woch (“Piedrita” en creole, que es la lengua mestiza que se habla
en diversos territorios del Caribe) y yo. La propuesta, muy bien acogida por
los pequeños y por sus padres consistía en ilustrar una “mini-revista” donde
reprodujimos uno de los cuentos de nuestra revista sobre Haití. Cada uno de los
19 niños participantes recibió un cuadernito con el texto impreso de manera que
quedara el espacio necesario a la ilustración. Yo leí el cuento, mi colega
Jacques Luder presentó Ti-woch magazine y ambos aconsejamos y acompañamos el
trabajo de ilustración a base de lápices de colorear, pasteles y rotuladores,
papel de color, tijeras y cola que prestamos a los chicos. Cada uno ilustró
según su gusto y competencias y al terminar se marchó con su ejemplar así
personalizado.
El
Festival America es el único evento dedicado en Francia a la literatura norteamericana.
Un equipo de 200 personas, en su abrumadora mayoría voluntarios, garantizan la
compleja organización de un programa compuesto por más de 100 debates,
encuentros, exposiciones, proyecciones de películas, recitales, etc. La
financiación corre por cuenta del municipio de Vincennes (el alcalde estuvo
presente en las principales actividades y no solo en “pose” de edil, sino con
la pasión de un verdadero participante), el Ministerio de Cultura, el Centro
Nacional del Libro, la dirección regional de arte y cultura, las embajadas de
Estados Unidos, Canadá y Haití, y la representación de Québec en Francia, entre
otras instituciones culturales, el Sindicato de la Edición y la mayor librería
de Vincennes, Mille Pages. El propio edificio del ayuntamiento es sede de los
principales debates, y el resto se reparte entre un moderno centro cultural
vecino y los jardines, donde se instalan las carpas del Salón del Libro, la
carpa infanto-juvenil y otros espacios como el fascinante edificio efímero,
redondo, con techo en forma de carpa y paredes cubiertas de espejos que porta
el merecido nombre de Magic Mirror (conciertos y eventos “sociales”) y los
“tipis” que gozan de la preferencia infantil y acogen diversas actividades
lúdicas.
Elodie Marchand, coordinadora del equipo encargado de las actividades para chicos |
Tras la clausura en una animada fiesta donde escritores, organizadores y voluntarios pudimos compartir cena y concierto, no pude dejar de preguntarme: ¿cómo es posible que en Francia, donde América Latina concita tanto interés, no haya ningún evento literario de este nivel que rinda homenaje a una literatura que destaca entre las más ricas y variadas del planeta?
1 comentario:
Cosa extraña esa forma francesa de separar las Américas.
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