17/9/14

El único escritor hispano en el Festival America


Del 11 al 14 de septiembre tuvo lugar en Vincennes (afueras de París) la séptima edición del Festival America, que –como sugiere la falta de acento en la segunda palabra- no es un evento literario dedicado a las dos Américas y mucho menos a la América Latina, sino a la América del Norte; es decir, Estados Unidos, Canadá y México (integrantes de la citada región geográfica) más Haití y Cuba que, a través de una importante migración, han insertado sus literaturas en las de Estados Unidos y Canadá. Con motivo de sus diez años, el Festival America incluyó en 2012, excepcionalmente, escritores de todo el hemisferio y esta vez los organizadores quisieron “volver a las raíces” y no invitaron a ningún escritor hispano.
Yo fui la excepción porque al no ser más que un escritor para niños, no estaba en el listado oficial de escritores (65 norteamericanos y 40 franceses), sino en página aparte del vistoso catálogo del evento y fuera del cartel y la camiseta del evento (la escritora norteamericana Delia Sherman, la autora e ilustradora francesa Natalie Fortier y yo gozamos de tal “privilegio”.

http://scolairesamerica.blogspot.fr/

Lo cierto es que la literatura infanto-juvenil no ha alcanzado en el Festival America el reconocimiento que merece. La “jornada escolar” del viernes y las visitas de autores a escuelas de Vincennes antes, durante y después del evento, así como las ventas y actividades que tienen lugar en la carpa infanto-juvenil, en el “tipi” (tienda de estilo “piel roja”) y otros espacios culturales de la localidad, dan muestra de la importancia de la LIJ y el público joven… que, por cierto, ocupa buena parte de la agenda del escritor o escritora elegido para la “residencia” del Festival (todos los años, incluso los que no incluyen evento, un apartamento y una confortable suma de dinero permiten a un autor trabajar durante tres meses en esta tranquila localidad limítrofe de París; en 2012 la agraciada fue la cubana Karla Suárez, primera escritora de lengua española en disfrutar de la “residencia de creación Vincennes”).
La importancia de la literatura y el público infanto-juvenil es, como decía, creciente y este año, por primera vez, desbordó del programa y de los espacios consagrados a los chicos, al ser tema de un debate para público adulto.

Creo poder atribuirme la idea de este debate, puesto que inicialmente no estaba previsto y fueron los argumentos que desarrollé, en mis entrevistas con las coordinadoras de la “programación escolar”, las que permitieron su aprobación por la directiva del Festival. El hecho de tener lugar el domingo por la mañana, momento en que había poca gente en el festival, tanto como la falta de tradición y probablemente de una adecuada promoción, explican la relativa escasez de público.

Confío en que esto no ponga en peligro su presencia en la próxima convocatoria y que, paulatinamente, se convierta en uno de los momentos más nutricios del festival. Y no solo porque son numerosos los maestros y bibliotecarios que participan en el Festival America, y porque son muchísimos los escritores, ilustradores y otros profesionales que se dedican al libro infantil en Francia, sino porque los temas, las formas, las motivaciones y los desafíos diversos que envuelven esta producción implican no solo a su destinatario específico sino a personas de cualquier edad… Fue una de las ideas en que más insistí al responder a las preguntas: “¿Cómo y por qué decide un autor dirigirse a los chicos?” y “Es realmente diferente de escribir para adultos?” que dieron inicio al debate.

En el estrado, a la izquierda de la moderadora, Lucie Cauwe, nos hallábamos los norteamericanos Paolo Bacigalupi y Delia Sherman (con sus respectivas traductoras), la francesa residente en Canadá Sophie Bienvenu, el canadiense David Bouchard y yo.
Bouchard ha publicado decenas de libros, abundantemente ilustrados y acompañados de CDs con música y texto grabados por él mismo, que difunden las ricas tradiciones aborígenes de Canadá. Como yo, él se dirige especialmente a niños y adolescentes, mientras que Bacigalupi es antes que nada un famoso autor de ciencia-ficción para adultos con algún libro dirigido a los adolescentes. Sophie Bienvenu acaba de publicar su primera novela para adultos, pero sus obras juveniles precedentes ya se hallaban en la frontera. Por su parte, Delia Sherman es sobre todo una especialista en literatura fantástica cuyo primer libro traducido al francés, “Laberinto hacia la libertad”, combina recursos realistas y de ciencia ficción para presentar a los jóvenes actuales la problemática de la esclavitud en el sur de los Estados Unidos. 

La víspera, Sophie Bienvenu me había expresado su sorpresa de verse incluida en un debate sobre literatura infanto-juvenil, y Paolo Bacigalupi tampoco se sentía demasiado cómodo. No obstante, la propia diversidad de relaciones entre nosotros cinco y la cuestión de esa literatura que un ensayista francés dijera “definida por su destinatario” era la mejor prueba del interés que la discusión podía tener para el público general.


en este libro, de momento agotado, desarrollo mis concepciones sobre la literatura infantil
Cuando me tocó el turno insistí en mi ya antiguo aserto de que la literatura infantil es algo así como otro de los géneros clásicos de Aristóteles. Es decir, que si el poeta escribe en versos y el dramaturgo redacta diálogos, el escritor infantil no lo es porque se dirige a los chicos, sino porque la forma de su discurso está modulada por la manera que tienen éstos de interpretar, expresar y actuar el mundo… que comparten con nosotros los adultos. Lo que diferencia un libro para chicos de un libro para adultos no es el tema –que puede ser el mismo: el amor, la verdad, el miedo, la guerra, la muerte- sino el tratamiento formal específico… si bien, como también dije esa mañana de domingo, la cuestión de las formas suele ser descuidada por los investigadores y críticos de LIJ.

 

Mi agenda personal comenzó con sendos encuentros con alumnos de 8° y 9° grados. Como el curso empezó solo 10 días antes del festival, los muchachos no pudieron leer enteros los libros de los autores con quienes se reunieron.
 

Yo había propuesto el capítulo 9 de mi novela “La leyenda de Taita Osongo” (único libro juvenil que tengo actualmente en el mercado francés). Motivados, bien preparados y muy atentos, los chicos me preguntaron más sobre el oficio de escritor, de mi vida y obra, que sobre el libro.

Los encuentros escolares del Festival America tienen, entre otras motivaciones, el atractivo de permitir un encuentro en la lengua original de los autores. En mi caso esto se vio muy limitado pues aunque los muchachos vinieron con su profesora de español y con la de francés, solo los de 9° estaban en condiciones de practicar un poco la lengua.




Al día siguiente fui inteligentemente entrevistado por una estudiante en el “Café literario de los jóvenes” que se desarrolla en un estrado dentro de la carpa infanto-juvenil donde se venden los libros destinados a dicho público, lo que permite al público escuchar las entrevistas de autores al tiempo que hacen sus compras. 


En ese diálogo en torno a La leyenda de Taita Osongo, surgió la cuestión de la importancia que tiene la naturaleza en la trama y en el “aparato ideológico” de la novela. Taita Osongo es un mago que extrae sus poderes de un contacto privilegiado y respetuoso con el medio ambiente. Es algo que se dice explícitamente en la primera parte de la novela, cuando se encuentra en su imaginario país africano y en la última parte cuando, después de ser abandonado, casi moribundo, en los montes que rodean la plantación de Severo Blanco, recupera sus poderes gracias al contacto con la naturaleza caribeña. Pero sin dudas el mensaje ecológico más radical del libro se me reveló en ese diálogo en la carpa infantil del Festival América cuando quise explicar que lo de “leyenda” en el título no alude a fuentes tradicionales cubanas de mi historia, sino a que solo volviendo a la naturaleza mis héroes podían escapar a la letal institución esclavista. Taita Osongo, Alma y Leonel se funden con el monte y así escapan a la desigualdad social instaurada por el Hombre. Es que en la naturaleza cada organismo, cada especie, tiene su lugar y goza del respeto del sistema.

A menudo se dice que la literatura es una de las respuestas del ser humano a la eterna pregunta de ¿cuál es el sentido de la vida? Yo he llegado a la conclusión de que el Hombre viene al mundo para instaurar la justicia y la igualdad entre todos los seres vivos, para realizar la utopía que en la naturaleza es realidad cotidiana.
mi ilustración para la última página de "La leyenda de Taita Osongo". Ediciones Capiro. Santa Clara, Cuba, 2010

Antes y después de la entrevista, firmé mis libros en francés en la mesa puesta a disposición de los autores por la librería Mille Pages (Mil Páginas) que es una de las instituciones fundadoras y auspiciantes del evento. La oferta de libros de los autores invitados o que giran en torno a América del Norte no me pareció suficientemente amplia y representativa. No obstante, todos mis libros franceses estaban e incluso uno de ellos se agotó. Por otra parte, algunos de mis libros en español estaban en venta en la mesa de la asociación caribeña Ti Woch a la que pertenezco (fue invitada porque el más reciente número de nuestra revista para niños está enteramente dedicado a Haití).

Mis libros fueron los únicos en español vendidos en el Festival este año. En la carpa que acoge las editoriales y librerías participantes del “salón del libro” había algunos libros en francés de unos pocos autores hispanos (para adultos); pero en ese espacio, el más concurrido por los compradores, solo las editoriales de Québec ofrecían también literatura infantil. Es la ambigüedad inevitable del libro para chicos: si bien se destinan a los pequeños y jóvenes, deben ser vendidos y promovidos también entre los adultos. En primer lugar porque la mejor literatura infantil puede ser leída por adultos, y en segundo lugar porque estos últimos son los que poseen un verdadero poder adquisitivo y la inalienable responsabilidad de participar en la formación cultural de los jóvenes a su cargo. Pero, como dije, es algo que los canadienses comprenden mejor que los franceses.




en la mesa de la asociación  Ti Woch       http://tiwoch.wordpress.com/

Mi última actividad fue un taller de ilustración para niños en un “tipi” aledaño a la carpa infanto-juvenil. Lo desarrollamos el ilustrador que preside de la asociación Ti Woch (“Piedrita” en creole, que es la lengua mestiza que se habla en diversos territorios del Caribe) y yo. La propuesta, muy bien acogida por los pequeños y por sus padres consistía en ilustrar una “mini-revista” donde reprodujimos uno de los cuentos de nuestra revista sobre Haití. Cada uno de los 19 niños participantes recibió un cuadernito con el texto impreso de manera que quedara el espacio necesario a la ilustración. Yo leí el cuento, mi colega Jacques Luder presentó Ti-woch magazine y ambos aconsejamos y acompañamos el trabajo de ilustración a base de lápices de colorear, pasteles y rotuladores, papel de color, tijeras y cola que prestamos a los chicos. Cada uno ilustró según su gusto y competencias y al terminar se marchó con su ejemplar así personalizado.

 

El Festival America es el único evento dedicado en Francia a la literatura norteamericana. Un equipo de 200 personas, en su abrumadora mayoría voluntarios, garantizan la compleja organización de un programa compuesto por más de 100 debates, encuentros, exposiciones, proyecciones de películas, recitales, etc. La financiación corre por cuenta del municipio de Vincennes (el alcalde estuvo presente en las principales actividades y no solo en “pose” de edil, sino con la pasión de un verdadero participante), el Ministerio de Cultura, el Centro Nacional del Libro, la dirección regional de arte y cultura, las embajadas de Estados Unidos, Canadá y Haití, y la representación de Québec en Francia, entre otras instituciones culturales, el Sindicato de la Edición y la mayor librería de Vincennes, Mille Pages. El propio edificio del ayuntamiento es sede de los principales debates, y el resto se reparte entre un moderno centro cultural vecino y los jardines, donde se instalan las carpas del Salón del Libro, la carpa infanto-juvenil y otros espacios como el fascinante edificio efímero, redondo, con techo en forma de carpa y paredes cubiertas de espejos que porta el merecido nombre de Magic Mirror (conciertos y eventos “sociales”) y los “tipis” que gozan de la preferencia infantil y acogen diversas actividades lúdicas.

La prensa cultural parisina, encabezada por la revista Telerama y la emisora France Culture, se hace eco del evento, y los autores más conocidos (Margaret Atwood, Richard Ford, Nancy Huston, Dany Laferrière y otros) fueron entrevistados por diversos medios. La presencia de 35 000 personas en la última edición da una idea del respaldo de los lectores, muchos de los cuales son auténticos fans y no se pierden un libro o una mesa de sus autores favoritos.


Elodie Marchand, coordinadora del equipo encargado de las actividades para chicos


Tras la clausura en una animada fiesta donde escritores, organizadores y voluntarios pudimos compartir cena y concierto, no pude dejar de preguntarme: ¿cómo es posible que en Francia, donde América Latina concita tanto interés, no haya ningún evento literario de este nivel que rinda homenaje a una literatura que destaca entre las más ricas y variadas del planeta?


















1 comentario:

nemo dijo...

Cosa extraña esa forma francesa de separar las Américas.

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