28/3/12

Hablé de literatura con niños de cinco añitos en Firminy



Acabo de regresar de la Fiesta del libro infantil de Firminy (ciudad de apenas 18 000 habitantes situada en la ex región minera de Saint-Etienne, en el centro-este de Francia). El evento, desarrollado con ambición por un equipo de bibliotecarios, maestros y otros apasionados del libro, contó con una decena de autores e ilustradores que comenzamos por visitar las escuelas de la ciudad, antes de afrontar el “gran público” durante el fin de semana.

Los 10 autores invitados fuimos alojados en el mismo hotel y compartimos las comidas y otros momentos libres. Ese es uno de los aspectos en que los salones del libro que tienen lugar en provincias se revelan más interesantes que los grandes eventos capitalinos (el Salón del Libro de París o el Salón del Libro Infantil de Montreuil). Vista la gran cantidad de profesionales del libro infantil en Francia, no me sorprendió el hecho de no conocer a ninguno de mis colegas Sandrine Bonini, Emmanuelle Eeckhout, Arnaud Alméras, Alice Brière-Haquet, Delphine Brantus, Stéphanie Ledu, Yves Hughes, Viviane Koenig y Stanislas Gros, y eso que formábamos un grupo representativo del sector en Francia : un autor que también publica para adultos, una autora « pura », dos autoras-ilustradoras, una ilustradora que al fin comenzó también a escribir y una autora de novelas con fondo educativo (como en otros países, en Francia las mujeres sont mayoría en el campo de la LIJ), así como un autor de historietas.
delphine brantus

Arnaud Alméras

Sandrine Bonini
Alice Briere-Haquet et yves Hughes

viviane koënig



El tema de la Fiesta del libro de Firminy fue en 2012 “La Noche” y el libro que propició mi participación activa fue mi más reciente título francés: “Petit Chat Noir a peur du soir” (“El gatito negro que le temía a la noche”, inédito en castellano). Es uno de mis escasos libros para primeros lectores: La Nube (Sudamericana, 2001), Javi y los leones (Edelvives, 2003) y Beste bat nahi dut! (A Fortiori, 2008, edición solo en euskera). Como tengo más experiencia con chicos mayores de 6 años, llegué con cierta ansiedad a mi primer encuentro en la escuela Du Mas (yo hubiera preferido que fuese Dumas, Alejandro).

Era, además, la primera vez que me veía, cara a cara, con los lectores de mi “Petit Chat Noir…”, estrenado hace exactamente un año por la poderosa editorial Bayard.

Pronto descubrí que los pequeños habían adorado mi cuento y que me esperaban con enorme excitación. Sigueron con suma atención y lucidez mis explicaciones acerca de cómo concebí el libro que habían leído y todo cuanto les conté sobre mi trabajo escritor e ilustrador.

Empecé por mostrarles el dibujo de un niño de su edad que recibí hace la friolera de 19 años y en el cual se veía precisamente un gatito negro y la leyenda (con una encantadora falta de ortografía) que me dio la idea de un texto que ilustré con mis torpes dibujos de entonces y le mandé por correos. Afortunadamente había tomado la precaución de guardar una fotocopia y en 2008, después que Bayard me rechazara otros textos “profesionales”, saqué de mi archivo aquella primera historia escrita directamente en francés y… ¡bingo! No solo fue publicada en la revista Tralalire en 2008 sino que funcionó tan bien que tres años después fue recuperada por la misma editorial para su excelente colección de álbumes Les belles histoires.
Los pequeños de Firminy siguieron con interés el largo proceso que inicia una simple idea y avanza más o menos laboriosamente hasta el manuscrito, los primeros bocetos de ilustración, la maqueta a base de ilustraciones terminadas y, finalmente, el libro impreso. A modo de ejemplo les presenté diversas etapas de dos de los libros que no solo he escrito sino también ilustrado: “La canción del castillo de arena” (A Fortiori, 2007) y el todavía inédito “Taita Osongo: el camino del monte”.
Una de las cosas que más apreciaron fue detectar las diferencias entre “La canción del castillo de arena”, cuya versión española es posterior a la francesa y cuenta con varias ilustraciones sensiblemente mejoradas. Por supuesto, les conté otros de mis cuentos, y luego jugamos a inventar juntos una nueva historia a partir de los elementos básicos imprescindibles a cualquier relato: personajes, lugares, acciones, conflicto, sentimientos…


En la Feria del libro propiamente dicha, todos los autores estábamos sentados tras las mesas –dispuestas en un gran cuadrado por la única librería de Firminy– que contenían parte de la bibliografía de cada uno. A mis cinco libros franceses disponibles, añadí algunos de mis títulos en castellano, y varios partieron en compañía de adultos que practican nuestra lengua (la más estudiada en Francia, después del inglés). Tantos ejemplares dediqué (con unas simples frases o con dibujos en el caso de los libros que he ilustrado) que al coger el tren de regreso a París tenía con comienzo de tendinitis en el codo.
Firminy es, como dije al principio, una pequeña ciudad con un pasado minero. No es una ciudad particularmente bella, pero cuenta con un patrimonio arquitectónico no despreciable, puesto que allí se encuentra el único conjunto coherente del revolucionario arquitecto Le Corbusier (1887-1965): la Casa de la Cultura, el estadio, la iglesia (quedó inconclusa y una vez concluida en 2005, se destinó a albergar un centro cultural privado) y la piscina (obra de un discípulo del polémico constructor). En una colina cercana se levanta la inmensa Unidad Habitacional, no menos polémica.  

Pero, por supuesto, lo que me llevé en el corazón fueron mis encuentros con los pequeños, tan sinceros y entusiastas con los autores e ilustradores que tenemos el enorme privilegio de tocarles el corazón con nuestras palabras y dibujos.  Esto alimenta mi expectativa por la próxima publicación de “¿De quién es el balón?”, el primer album de una serie para chiquitos que publicará Kalandraka en mayo (un segunto título está previsto en víspera de la fiestas de Navidad). El protagonista de la serie es el mismo gatito de mi último libro francés, pero su primera aventura española no será la que compartí con los pequeños de Firminy. Tampoco las ilustraciones serán las mismas: en lugar de los dibujos entre modernos e ingenuos del italiano Beppe Giacobbe, Kalandraka ha preferido (¡y yo muy contento!) las formas más redondas y expresivas de la alemana Constantze von Kitting.

En la Feria de Madrid tendrá lugar el estreno...

1 comentario:

Conchita dijo...

Me ha gustado mucho su artículo sobre el fería del libro francés.
Enhorabuena por la publicación de sus libros.

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