19/3/25

empecé a escribir a los doce años

 



El monstruo de Perlique School es mi primera novelita de ambiente y personajes no cubanos. Escrita en poco más de un mes, a comienzos de 1969, recién cumplidos mis 14 años, había sido precedida por una decena de obritas semejantes, pero en su mayoría de ambiente cubano.

Mi precoz "carrera literaria" contaba entonces un par de años y era tan rápida que me permitió acumular 54 títulos (todos ineptos e impublicables) antes de comenzar, unos diez años después, a tomar la literatura en serio... algo en lo que influyó tanto mi ingreso en la facultad de Filología de la Universidad Central de Las Villas (Santa Clara, Cuba) como el haber frecuentado varios talleres literarios: los de los institutos pre-universitarios Carlos Marx (La Habana) y Osvaldo Herrera (Santa Clara), de modo poco asiduo y, ya de manera regular y más seria el taller "Juan Oscar Alvarado". de Santa Clara. y el "Víctor Jara", de la citada universidad.



La mitad de aquellas narraciones (inspiradas por el cine franco-italiano de aventuras, y por la obra de la novelista inglesa Enid Blyton y el historietista belga Hergé, entre otros) tenían protagonistas europeos y escenarios que iban desde Escocia y Terranova o Egipto y el África ecuatorial, hasta Europa Oriental, Centroamérica y el Matto Grosso... e incluso la Luna y el planeta Marte. Sin embargo, el realismo y la "utilidad social" que se predicaba en Cuba por entonces me llevó a inmolar por el fuego toda mi producción de ambiente extranjero... salvo "El monstruo de Perlique School" que, sin ser mejor que otras benefició, supongo, de la excusa de ser la primera en su tipo.



Mis libritos (como los llamaban mis lectores: mi hermana menor, mi hermano mayor, y un par de primas y algún amigo) los "manuscribí" (neologismo que acabo de descubrir en el colofón del texto que aquí comento) llenaron libretas escolares que, en algunos casos, decoré con dibujos tan torpes como mi prosa.


Casi siempre utilicé lápices de dibujo (3H o 5H) cuya dura mina me ahorraba el tiempo que hubiese perdido afilando puntas de grafito común (HB). Gané en velocidad, pero me estropeé la vista, viéndome obligado a usar gafas de aumento (espejuelos, como decimos los cubanos) a los17 años, cuando ya mi miopía me obligaba en sentarme en la primera fila del aula y a preguntar el destino del ómnibus (cubanismo: guagua) que se acercaba a la parada en que me movía en mis tiempos de becario habanero.

tapa típica de las libretas escolares cubanas durante los años 60 y 70

Siguiendo el ejemplo de mis maestros (Blyton, Hergé, Malcom Saville, Ake Holmberg, Josephin Siebe, Astrid Lindgren, etc) organicé mi producción en series que llevaban el nombre de los protagonistas.

"El monstruo de Perlique School" inauguró la serie Mique y Siré (inicialmente Trentín (en burda imitación de Tintín y Milú). Mi héroe se llamaba en realidad Alain Delon, lo que genera algunas confusiones de intención humorística al comienzo de la trama; pero en algún momento me dije que yo no tenía derecho a emplear el nombre de una persona real en una historia inventada, y rebauticé al chico como Jules Delouche. De paso le cambié el apodo: de Trentin (acabo de descubrir que es no solo la forma francesa de la provincia italiana de Trentino, sino un apellido francés) a Mique.
Como se puede apreciar, también otros personajes cambiaron de nombre (yo solía inventar los patronímicos extranjeros según referencias cinematográficas, musicales o de las clases de inglés (el Barón de la Castaña, Lady Madonna, Beatle, Fill Theblanks...).

Mis novelitas de ambiente extranjero se inspiraban en los escenarios de películas y libros. Así, "El monstruo de Perlique School se desarrolla en un colegio de niñas que "copié" de la comedia británica "El asalto al tren de San Trinián", con sendos capítulos en París (donde la vida me trajo a vivir hace un cuarto de siglo) y Marsella (la única gran ciudad francesa que aún no conozco).
Mi obra de madurez ya no se inspira en películas o libros (no directamente, por lo menos), pero tampoco en experiencias vitales concretas. He vivido en ciudades tan inspirantes como París, Río de Janeiro, Copenhague y Buenos Aires, y visitado otras no menos prometedoras (Barcelona, Viena, Munich, Salónica, Estocolmo...) sin que ninguna haya servido de escenario a los treinta y tantos libros que he publicado.
Incluso en mis novelas de ambiente cubano, solo excepcionalmente aparecen sitios reales (La Habana, Varadero) y lo esencial de la trama se desarrolla en lugares que he inventado a base de otros que realmente existen (Santiago de Cuba, Colón, Puerto Padre...). Solo me he apartado de la regla en dos ocasiones: la capital cubana en "La tremenda bruja de La Habana Vieja" (Edebé. Barcelona, 2001 y, en versión reducida, Capiro, 1999) y mi casi natal Santa Clara, que es el reconocible escenario (pese a algunas "licencias poéticas") de "Las aventuras de Sheila Jólmez, por el docto Juancho" que publicó -con modesta tirada- la editorial Capiro (Santa Clara, 2018).

4/2/25

EL SECRETO DEL COLMILLO... TREINTA AÑOS DESPUÉS

 

Ficha Técnica
Título: El secreto del colmillo dorado
Editorial: Hillman Publicaciones - Literatura Libro y Libros
ISBN: 9789587243291
Código de barras: 9789587243291
Código contable: 410726


                                              Color de páginas: Blanco y negro

                                              Formato: 20 cm x 13 cm x 1 cm

                                               N° de páginas: 190

                                                      Encuadernación: Rústica


Robin se pasa la vida soñando con tesoros y piratas, pero la aventura en la que se mete por culpa del colmillo dorado es algo completamente diferente. ¿Quién iba a imaginar la tremenda conspiración y los millones de dólares que giran en torno a esa joya barata y en apariencia inocente? Sus enemigos no llevan un garfio en el brazo ni un parche en el ojo, pero son igual de astutos y peligrosos.



Por suerte, Robín no está solo: él y su genial cotorra pertenecen a la pandilla de Los Exploradores Incógnitos. Es verdad que cometen algunas imprudencias, pero reciben la muy oportuna ayuda de dos de los mejores policías del país... 

La aventura, la acción y el misterio corren hasta la última página, pero... ¿librará todos sus secretos el colmillo dorado?

fragmento del capítulo 6 "Sólido, líquido o gaseoso"

Junto a la palmera más próxima, una pareja de pálidos turistas nórdicos yacía sobre sendas toallas con el logo del hotel. Los acompañaban dos individuos que llamaron la atención de Yauri: uno, bajo y corpulento, mostraba discretamente a los turistas una especie de botella de cerámica, mientras el otro, esbelto y con varios collares de cuentas sobre el pecho, les hablaba en inglés.
Cuando Héctor vino a proponer su traje de baño a quien quisiera darse un chapuzón, Robin fue el primero en aceptar, pero Yauri lo retuvo.
—Deja que vaya Migue y traduce lo que está diciendo aquel tipo.
—¿Cuál? ¿El sólido o el líquido?
Todos entendieron que "el Sólido" era el moreno corpulento y que "el Líquido" era el pálido flaco con el pelo decolorado.
—En la escuela también nos enseñaron el estado gaseoso —recordó Migue antes dejar sus gafas en la frente de Dina y correr hacia el mar—... pero los gases no se ven.
Los demás guardaron silencio mientas Robin aguzaba el oído.
—Dice el Líquido que la botella es del siglo XVIII y que la venden en cincuenta dólares.
—Ya me parecía a mí que esos no se traían nada bueno —comentó Yauri—. Sepan que eso es una estafa o un intento de contrabando. Un objeto del siglo XVIII es una antigüedad y vale mucho dinero. Y de todos modos, el comercio de antigüedades está estrictamente reglamentado por el ministerio de cultura, que se encarga de proteger nuestro patrimonio artístico e histórico. Así que, o esos tipos tratan de engañar a los turistas con una falsificación o le están robando una verdadera antigüedad al país.
Héctor se incorporó, cerrando los puños.
—¡Pues no van a salirse con la suya!
Pero Dina le tiró del tobillo, haciéndole caer a la arena:
—Debemos utilizar la astucia, no la fuerza.
—Estoy de acuerdo con Dina —dijo Yauri.
—Y yo tengo un plan —añadió Robin.
—Desembucha —mandó el jefe.
Un momento después, el pelirrojo estaba disfrazado de extranjero: Yauri le había prestado sus sandalias artesanales y Héctor su camiseta adornada con el toro rojo de los Chicago Bulls, Dina le había hecho varias trencitas, adornándolas con los elásticos que sacó de su propia “cola de caballo”.
Cuando llegó junto a los cuatro adultos, el Líquido estaba diciendo que a los turistas europeos la aduana nunca les revisaba el equipaje. Y añadió, jugueteando nerviosamente con sus collares, que una “pieza” como aquella costaría diez veces más en el extranjero.
Los turistas comenzaron a discutir en una lengua que solo ellos entendían y Robin aprovechó para poner en práctica su plan.
How much do you want for that? —preguntó en el perfecto inglés que aprendiera con su abuelo.
Los cuatro adultos le miraron sorprendidos.
—Pregunta cuánto queremos —tradujo el Líquido a su compinche.
Sixty dólares —respondió el Sólido, aumentando el precio al instante.
Sin mostrar el menor titubeo, Robin se puso en pie.
Okay, I take it. Come with me.
—¡Acepta! —tradujo el Líquido—. Dice que vayamos con él.
Robin había hablado con tal aplomo que no solo los dos elementos, sino hasta los turistas nórdicos creyeron hallarse ante el consentido hijo de algún ricachón.
—Deben ser de los que vienen en yate —especuló el Sólido—. Ofrécele también el candelabro y la pistola.
—No me parece una buena idea —respondió el Líquido.
—¡Sería un negocio redondo! —insistió el Sólido.
—Sí, pero sería mucho dinero y si nos piden una rebaja por las tres cosas, acabaremos perdiendo.
Los delincuentes hablaban en voz baja aunque pensaban que Robin no hablaba español. Sin embargo, el muchacho no solo entendía el idioma, sino que tenía un excelente oído.
"¡Qué susto van a llevarse cuando me oigan decirle a los del hotel, que estos dos quieren venderme un pedazo de patrimonio!".
Sin embargo, cuando se disponían a cruzar el umbral, una furgoneta pitó de manera peculiar y los dos elementos dejaron plantado a Robin. Sin siquiera intercambiar unas palabras con el chofer, subieron al vehículo, que se puso inmediatamente en marcha.
En el último momento, el Líquido asomó la cabeza por la ventanilla y gritó:
See you tomorrow!
Los otros miembros de la pandilla se reunieron inmediatamente con Robin.
—¡Qué rabia! —comentó Dina—. ¡Ya casi los teníamos!
—¿Ven que sí que había un Gaseoso? —comentó Migue—. El chofer que salió de la nada.
—¡Esta vez sí tenemos el número de la matrícula! —informó Yauri, satisfecha—. Vamos a avisarle al capitán Ulloa para que los sorprenda con la botella encima.
—¿Y por qué no esperamos? —propuso Robin—. Tienen más cosas: hablaron de un candelabro y no sé qué más.
—Pero no estamos seguros de encontrarnos de nuevo con ellos...
—¡Pues mira que sí! —explicó el pelirrojo—. Lo que gritó el Líquido cuando la furgoneta ya se iba fue: "¡Mañana nos vemos!".
Héctor se frotó las manos, satisfecho:

—¡Pues aquí los estaremos esperando! Que no se diga que los Exploradores Incógnitos no saben respetar una "cita de negocios". 


Para colmar la curiosidad y comprar fácilmente este libro:





El secreto del colmillo colgante (Gente Nueva, La Habana, 1983)fue la versión original de la novela que ahora vuelve sin muchos defectos juveniles
y condiconantes de época, Fue mi primer libro publicado,



Proyecto de tapa que propuse en 1981 a la editorial, pero no fue ni de lejos considerado por Enrique Martínez Blanco, el diseñador de la primnera versión

La primera versión de El secreto del colmillo... era mucho más larga y engorrosa, y estaba dividida en dos partes. Me ayudaron a darle una forma más ágil y eficaz los niños del taller literario de la Biblioteca "Martí" de Santa Clara, que yo coordinaba por esa época junto a Clara de la Torre, su fundadora.
En agradecimiento, deposité este ejemplar en la Sala Juvenil de dicha biblioteca.




Por entonces yo soñaba con ilustrar yo mismo mis libros. Esa posibilidad no se me daría hasta 2005. Pero no fue hasta 2011 que apareció un primer libro cubano ilustrado por mí (La leyenda de Taita Osongo. Ediciones Capiro. Santa Clara). 

Yo había planificado toda una serie. Tenía detalladas las tramas e incluso imaginadas
las tapas de la serie editorial.
No fue hasta 2012 que comencé a publiar los libros de mi primera serie de autor,
Gatito, que edita Kalandraka en por lo menos cinco lenguas, pero que no me tiene por ilustrador
y que se dirige a niños de 3-5 añitos.

Desde el momento de su aparición en 1983, "El secreto del colmillo colgante" gozó de una gran acogida por el público y por una parte de la crítica.


A la semana siguiente mi novela había desaparecido de la lista, increíblemente sustituida por una obra de teatro de autor soviético titulada "Ivan el Terrible"


una de las primeras notas publicadas sobre "El secreto del colmillo colgante"
Periódico Vanguardia. Santa Clara, 1683
Las lecturas de la primera versión podían ser sumamente ideológicas
e insistir en uno de los rasgos que más me propuse evacuar para la actual versión
que espero tenga, gracias a ello, mayor trascendencia literaria

un poco de historia

Dibujo de tapa de la primera novela de aventuras que escribí apenas cumplidos 13 años.
Inspirada por la película francesa La Guerra de los Botones, esta novelita que titulé
"Acción en el arenal" ya presentaba a la misma pandilla de chicos que, con algunos cambios
protagoniza las dos versiones de "El secreto del colmillo..." 



en la Biblioteca Provincial "Martí" de Santa Clara en 1993
en compañía de Maritza Jaime, entonces directora de la sala juvenil
con el ejemplar mecanografiado e ilustrado por mí de la primera versión,
titulada "El enigma de los colmillos colgantes"



Escribí a mano (durante años con lápiz y luego con bolígrafo), en cuadernos de escuela

Aprendí a mecanografiar hacia 1977, pero solo empecé a escribir directamente en máquina cuando me compré en 1992, mi primera computadora. De mis primeros 25 años de práctica literaria conservo numerosos testimonios.
yo suelo utilizar dibujos para a continuación describir la escena mejor
Esta situación de la versión original fue suprimida de las versiones publicadas







empecé a escribir a los doce años

  El monstruo de Perlique School es mi primera novelita de ambiente y personajes no cubanos. Escrita en poco más de un mes, a comienzos de ...