17/7/17

Madrid: Feria del Libro y otros placeres


Estuve en España del 10 al 15 de junio con motivo de recibir, en la castellanísima ciudad de Soria, el Premio Avelino Hernández de Novela Juvenil… que me fuera anunciado, como auténtico regalo de Reyes, el 7 de enero pasado. La premiación estaba prevista a mediados de febrero, pero yo me encontraba en Cuba, participando en la Feria Internacional del Libro de La Habana y en las de Cienfuegos y Santa Clara, mi estancia se prolongó hasta mediados de abril. Finalmente acordamos aprovechar mi paso por la Feria del Libro de Madrid, ya en junio, y una vez comenzado el proceso de edición del libro premiado (por Premium Editorial, que lo imprime en julio) para realizar la entrega oficial.
40ºC al sol
(bueno, a la sombra solo 38'


Llegué a Madrid el sábado a mediodía y me fui directamente a la Feria del Libro. La gerente de la editorial Kalandraka, mi excelente amiga Belén Sáez, me indicó cómo llegar al hotel, estratégicamente situado a mitad de camino entre el Parque del Retiro (sede histórica de la septuagenaria feria) y el espacio Kalandraka (calle Santa María nº16, en pleno Barrio de las Letras) que invito a todos los amantes de los libros bellos e inteligentes a visitar.  Quienes han viajado a España saben que allá se almuerza tarde (ellos llaman a eso la “comida”, y a la de la noche –quizás porque también es tarde- cena). Con los calores que estaban haciendo (38ºC a la sombra) el cierre entre 3 y 5 de la tarde era más que oportuno y por eso, después de dejar mis cosas en el hotel y de una microsiesta de 30 minutos, para recuperarme de mi levantada a las cinco de la mañana, me fui a almorzar sin salir del barrio.

el famoso Barrio de las Letras
¿qué otra ciudad en el mundo tiene uno llamado así?

Volví a la feria pasadas las 6, cuando el solazo comenzaba a dar una tregua y el público era más numeroso (probablemente el más numeroso de toda la feria, pues era su penúltimo día).
Mal conseguí acercarme a los mostradores de las casetas donde, más que comprar, me interesaba observar la oferta de literatura infantil, a fin de orientarme un poco sobre los rumbos de la edición actual. No fue posible esto último, no tanto porque había demasiada gente (en algunas casetas, en definitiva, no), sino porque en realidad una feria popular como la de Madrid no te permite informarte sobre la identidad de una editorial o sobre la actualidad de su catálogo, como si ocurriría en una feria de negocios como Liber (que nunca he visitado), Frankfurt (que tampoco) o Bolonia (estuve en 2005 y me fue muy útil) o París (que he visitado muy frecuentmente) y Montreuil (la especializada en literatura infantil y juvenil de Francia). Lo que mostraban las casetas de las editoriales era sobre todo libros de fácil venta: mucho colorín, mucha serie, algún título clásico, y sobre todo sus best-sellers.
O sea, lo que menos me interesaba. Porque si bien es cierto que yo quería averiguar qué buscan hoy los editores peninsulares (Portugal, que también queda en la Ibérica, era el invitado de la feria; pero no conseguí ver muestra ordenada de su producción), no me interesa demasiado ver qué buscan en materia de libros facilongos, porque esos yo no sé escribirlos. Me interesaban, por ejemplo, los premios SM, Edelvives, Edebé y Anaya, y solo encontré un par de ellos (me fue mejor en una librería de Soria), y de los varios títulos que traía anotados (recomendaciones de revistas que no creo fueran muy viejas, no hallé ninguno (al día siguiente me dirían en la reputada  Casa del Libro, en la Gran Vía) que esos cuatro títulos están simplemente descatalogados (demasiado buenos, aparentemente, para seguir a la venta).

El domingo estuve firmando en la caseta de Kalandraka, de 11 a 3 de la tarde (hora en que ayudé a cerrar y nos fuimos a almorzar a la Cruz Blanca (un excelente restaurante sobre una de las calles que rodean el Parque Retiro por el norte). Firmé una veintena de ejemplares de “Gatito y las vacaciones” y “Gatito y la nieve” (el primer libro de la serie está actualmente agotado), lo que está muy bien teniendo en cuenta que no se trata de libros nuevos. Visité al editor de mi novela recién premiada, que prepara la publicación de "La Isla de las Alucinaciones" para presentarla en agosto en la Feria del Libro de Soria.

Premium Editorial solo lleva cinco años en el mercado y se ha venido especializando en narrativa de terror, ciencia-ficción y en premios sobre todo de Andalucía. Pero tienen ambiciosos programas en materia de literatura juvenil. A veces más vale ser cabeza de ratón que cola de león, y ellos consideran un honor tener en su catálogo autor con mi trayectoria de más de 30 libros editados en 12 países y en hasta 10 lenguas (cosa que no parece impresionar a nadie en Cuba… por aquello de que “nadie es profeta en su…”) y con 40 años de vida literaria pública.

En compañía de Jesús Moracho
editor de "La Isla de las Alucinaciones"
en la caseta de la editorial Premium

La feria me impresionó menos que en otras ocasiones. Aunque había muchos expositores y muchos libros, no logré ver editoriales que me interesaban (las que no pueden o no consideran útil pagarse una caseta aparte, se asocian a otra editorial o depositan libros en una de las numerosas librerías presentes en la feria (con la ventaja para el público de presentar un fondo más variado). Noté, como ya dije, un predominio de libros muy comerciales que volvían invisibles los de mejor calidad, premios incluidos. Los primeros estaban horizontales, en el mostrador y los otros, si acaso, de canto en los estantes del fondo, fuera del alcance de los visitantes.

Quiero creer que es por eso que -fuera de los que firmé en la caseta de Kalandraka- en la feria no vi más que uno de los seis o siete que me quedan en el mercado español. Resultó ser “Los cuentos del mago y el mago del cuento”, que data de 1995 y es el más antiguo de mis libros europeos. Es que Ediciones de la Torre no vende mucho, pero es muy fiel a su catálogo. No obstante, hace un par de años solo firmé un par de ejemplares en las dos horas que estuve con ellos, así que este año ni evocamos la posibilidad de sentarme a afrontar el público… que pasa.

curiosamente, fue mi primer libro español, Los cuentos del mago y el mago del cuento (Ediciones de la Torre, 1995)
fue el único de los míos que vi en la Feria, aparte de mis últimos títulos, editados por Kalandraka


La verdad es que organicé mal mi viaje. Solo caminando por la feria me dije que podía haber gestionado entrevistas con algunos de mis editores, aunque probablemente la fecha no era la más fácil para obtenerlas, y tampoco esperaba mucho de esos eventuales contactos pues no tengo nada que ofrecerles que ya no les haya enviado por correo electrónico. Para conseguir más publicaciones en España, parece que la única solución es aceptar las reglas de juego: ponerme a escribir con los temas y formas (ligeras) que se estilan, y resignarme a la idea de que cada libro solo vivirá unos pocos años. Es extraño porque los catálogos no renuncian a grandes valores del siglo pasado (me refiero al xx, claro) que no serían referencia de haber aparecido en las condiciones que el mercado editorial impone actualmente.

La Feria del libro de Madrid ha cumplido 76 años y se desarrolla en una de las más anchas alamedas del inmenso y bello Parque de Retiro, situado en el centro de Madrid, cerca de sitios os como la calle de Alcalá, la fuente de Cibeles, el Museo del Prado y la Estación de trenes de Atocha. Las editoriales, librerías y otras instituciones que exponen y venden, están instaladas en casetas alineadas a ambos lados de una ancha alameda sombreada por inmensos plátanos. Incluso cuando hay mucho público, algunos paseantes habituales pasan en patines, haciendo jogging o con un cochecito o un perro. Si no, los no lectores circulan por los amplios senderos que acompañan la alameda tras la hilera de casetas y de copudos árboles. La sombra que arrojan esos árboles es bienvenida cuando hace tanto calor como este año. Hubo momentos en la tarde en que la temperatura andaba cerca de los 40ºC. Mi hotel estaba a unos 15 minutos a pie. Eso no impidió que caminara mucho durante mis cuatro días madrileños. Como a veces no tuve tiempo, o ganas de comer, y debo haber sudado bastante, al regresar a París había perdido más de un kilogramo. 

en prixmarck, nuevo templo del consumo en la Gran Vía
El lunes aproveché para hacer algunas compras pues España es mucho más barata que Francia. También eran cosas que me hacían falta, como un pantalón para acompañar la chaqueta color antracita que me puse para recibir el premio, un par de zapatillas adecuadas al terrible calor que me estaba reventando los pies) y una camisa más fresca que las que había traído. Y por supuesto, algunos libros. Me sobró tiempo para visitar el Real Jardín Botánico, que está en un anexo del Parque del Retiro, allí donde se mudó de su emplazamiento original a orillas del Manzanares, por orden de Carlos III, en 1781. Tantas veces que he estado en Madrid y nunca había visitado este hermoso lugar y fascinante institución botánica. Aunque no me alcanzaron las dos horas para verlo todo y he de regresar, pude apreciar no pocas curiosidades, sobre todo en el invernadero rico en cactus, palmeras, helechos, orquídeas y otras plantas tropicales o exóticas. En realidad lo que me trajo fue una exposición de fotos de Cuba (1964 y 2015) del fotógrafo norteamericano Elliott Erwitt que un cartel anunciante puso a mi vista desde la primera vez que salí del Parque Retiro hacia mi hotel.

Soria







El martes, a las 8 de la mañana debía coger el autocar para Soria. Me levanté a las seis y a las 7:15 ya estaba en camino. Pero mi memoria me jugó una mala pasada y me bajé en la Plaza Colón, donde hace 15 años estaba la terminal de autobuses y no en su sitio actual. De los cuatro preguntados, dos eran extranjeros y los otros no tenían ni idea de dónde estaba la actual estación; hasta que yo mismo mencioné de Avenida de América y un amable señor me recomendó el ómnibus 27 (el mismo que yo había abandonado erróneamente unos minutos antes). El chófer prometió avisarme dónde bajar, pero si no estoy atento… Todavía tuve que coger allí el metro; era solo una estación, pero eso suponía un buen kilómetro y ya estaba atrasado. Mirando todo el tiempo la hora, en que los minutos corrían más rápido que yo por los interminables pasillos y escaleras que caracterizan el metro de Madrid, llegué a la estación de autobuses casi a la hora de partida del mío. Y no me iban a dejar subir sin el billete… que vendían en una taquilla con lenta cola. Compré el boleto en una máquina, pero igual cuando llegué al andén ya habían pasado sus buenos 10 minutos. Perdí dos horas y media sentado en el feo sótano de la estación. Al llamar a Soria me dijeron que no era grave. La prensa, por lo menos, no faltó a la cita y apenas entrar al ayuntamiento una docena reporteros comenzó a ametrallarme con sus flashes. Al entrar en la sala de actos encendieron cámaras y grabadoras y me hicieron las previsibles preguntas sobre el premio, mi obra, mi presencia en Soria… y sobre la situación en Cuba.

palacio de los Condes de Gómara, fabuloso edificio renacentista
quizás el más bello de Soria

Soria es una ciudad pequeña, de solo 35 mil habitantes.  La zona estaba poblada antes de la ocupación romana y desempeñó un rol importante en la conquista y unificación de España. Se encuentra a solo cinco kilómetros de Numancia, famosa ciudad celtíbera que se inmoló con tal de no caer en manos del invasor… por lo que inspiró a Fidel Castro en los días funestos en que lanzó el Período Especial, tras quedarse sin “campo socialista”. Se conservan solo unas piedras de la antiquísma aldea arévaca;  pero Soria es rica en iglesias, partes de edificios y fragmentos de murallas medievales, y posee un abundante y bello patrimonio de los siglos XVII-XVIII. Recorrí buena parte de la ciudad y algunos de sus monumentos. Fue en una librería situada en la plaza San Blas y El Rosel (Sic.) que completé la bibliografía que traje de esta primera estancia española desde 2015.  Hay allí huellas diversas de Antonio Machado y Gerardo Diego, que allí fueron profesores. Gustavo Adolfo Bécquer y Machado vivieron aventuras sentimentales que nutrieron varias de sus respectivas obras  y, en el último dejó incluso en un hermoso cementerio el cuerpo de su primera esposa. 

Antonio Machado está muy presente en Soria

El premio

De mi conversación con los miembros del jurado que pude conocer, saqué en claro que mi novela fue leída atentamente y que les causó excelente impresión, tanto por su trama y personajes como por su prosa que no tiene esos alardes poéticos o coloquiales que tanto gustan a mis compatriotas, pero sí fue definida como muy precisa y cuidada. No oculté a la prensa ni a los jurados que ese libro ya llevaba sus añitos esperando una oportunidad. Con toda sinceridad puedo afirmar que quienes se equivocaron fueron los que antes no premiaron y/o decidieron publicar “La Isla de las Alucinaciones”.



El premio Avelino Hernández de Novela Juvenil se convocó en 2016 por quinta vez, habiéndolo ganado en sus cuatro ediciones anteriores los escritores españoles Rafael Alcalde con “Cuatro en París” (2013), Juana Cortes con “Sonrisas” (2011), Kiko Reinoso con “Los buscadores de lluvia” (2009) y César Ibáñez con “La cueva de los 10 acertijos” (2008). Solo dos de los autores me resultaban conocido, pero todavía no he podido leer ninguno de los libros premiados pues la editorial Everest que tradicionalmente publicó los premios Ayelino Hernández desapareció a fines de 2015 (pese a sus 40 años de andadura y un excelente catálogo resultó una víctima más de la crisis económica y editorial española desatada en 2008 por la crisis financiera de las surprimes). En todo caso soy uno de los raros escritores latinoamericanos no residentes en España que ha recibido allí recientemente un premio de este rango… aunque curiosamente la que me precedió cuenta las aventuras de unos chicos españoles en París, la ciudad donde vivo.


En su nota de prensa, la entidad convocante precisa:

proyecto de tapa
la novela será presentada en agosto
en la feria del libro de Soria
El jurado, presidido por el escritor y ganador de la primera edición del certamen César Ibáñez París, e integrado por el también escritor Andrés Martín, el crítico literario y librero César Millán, la profesora y autora Susana Gómez Redondo, la periodista Sonia Almoguera y el concejal de Cultura en el Consistorio, Jesús Bárez, ha elegido la obra por su brillante apuesta por la aventura y la cotidianeidad en una historia que tiende puentes entre España y Cuba con constantes guiños a las variedades idiomáticas de ambos países. También destacó el jurado el amplio abanico de edades que abarca la novela. 

“La Isla de las Alucinaciones” narra la historia de una adolescente española y sus cinco amigos cubanos, que se ven envueltos en una aventuras en torno a una misteriosa isla, históricamente ligada al tráfico de braceros chinos con los que se intentó sustituir la mano de obra esclava en la segunda mitad del siglo xix. La trama, situada en la época actual, aborda la cuestión del tráfico de drogas entre el norte y el sur de América, y la corrupción de policías y militares.





De regreso a Madrid, me encontré con mi colega y amiga Paloma Sánchez Ibarzábal, con quien descubrí el Espacio Kalandraka, mangífico centro de exposición, venta y promoción del trabajo de esa editorial, quizás la más distinguida de cuantas en España se especializan en álbumes y libros ilustrados. 


con Belén Sáez en el Espacio Kalandraka

Con mi amiga y colega
Paloma Sánchez Ibarzábal en el Espacio Kalandraka



Al día siguiente, antes de correr al aeropuerto, pasé por Bodegas Rosell, un restaurante de tienda de bebidas y licores que mi herman Eunice me recomendó (no había abierto todavía, así que queda para el próximo viaje comer allí… y ver si realmente tienen algún vino que lleve mi apellido) 






... y seguí rumbo al Museo del Prado que, al organizar Madrid la Fiesta Mundial del Orgullo Gay este año, había compuesto un itinerario especial dentro su colección permanente titulada “La mirada del otro: Escenarios para la diferencia” con cuadros y esculturas que reflejaban la cuestión de la homosexualidad masculina o femenina o informaban sobre los problemas que sus protagonistas o creadores tuvieron en vida por sus inclinaciones sexuales. Fue el caso del emperador Adriano y su amante Antínoo, de los pintores Alejandro Da Vinci, Rafael, Cornelis van Haarlem, Caravaggio, Botticelli, Rubens, Rosa Bonheur y otros. Aproveché para ver de nuevo (colecciones de la importancia del Prado o el Louvre nunca se agotan) varios Goya, el Greco, Velázquez… y Fortuny (pintor  que tanto gustara a Martí) y otros de los muchos artistas plásticos anteriores al siglo XX que atesora el Prado.



Mi regreso a París fue otro stress. Las compañías de aviación discount (bajo precio permite  disimular el exacto sentido de barato) te mandan mucha información para que gastes más en detalles superfluos como reservación de asiento, facturación de equipaje adicional, checking anticipado, reserva de hotel y auto…  pero no se ocupan de darte información indispensable como la terminal del inmenso aeropuerto de Madrid de donde sale tu avión. Tuve además la mala idea de regresar al aeropuerto en un tren de cercanías (merece divulgación lo confuso de sus trayectos) y después de trabajosamente identificar mi terminal de salida tuve que circular por lo menos 15 minutos en el ómnibus interno que va de la terminal 4 a la 2 (ambas enormes), pero no en orden. Cuando llegué a mi puerta de embarque me dijeron que el avión estaba lleno y que mi maleta de mano tendría que ir en la panza del avión, como la otra que había despachado antes. Lo mismo me lo habían hecho en mi viaje a Cuba y en el viaje desde París: parece ser una nueva costumbre de las compañías de aviación, discount o no: calculan mal la capacidad para absorber equipaje en cabina (el otro te lo hacen pagar aparte, las discount) y luego te salen con que no hay lugar. Sí había lugar, así que hice bien en no dejar a la entrada del avión, para que la mandaran a la panza del aparato, mi maleta pequeña.



Al llegar a París tuve la impresión de haber pasado mucho más tiempo qu

e seis días incompletos en España. No solo por lo variado y agitado de mi viaje sino porque me esperaban tenía montones que cosas… todas urgentes, como de costumbre.

Joel Franz Rosell
París, 7/7/17



25/6/17

"La Isla de las Alucinaciones", premio de novela juvenil en España



El choque cultural, sobre la convivencia entre jóvenes urbanos y de una apartada zona rural, de Cuba y España, con referencias al pasado colonial de la Isla, al tráfico de drogas que tiene lugar entre el Sur y el Norte de América, a la corrupción de las autoridades... son los principales ingredientes (con la aventura, el amor, los celos) de "La Isla de las Alucinaciones", una de las raras novelas juveniles cubanas (y latinoamericanas) premiadas en España en los últimos años. El premio Avelino Hernández de novela juvenil 2016 fue otorgado por unanimidad a "La Isla de las Alucinaciones", actualmente en el mercado editorial gracias a la cuidada edición de Premium.Desde mi experiencia como autor cubano residente en Francia (después de haber vivido en Brasil, Dinamarca, Argentina...) he intentado aproximar la "exótica" realidad cubana a lectores de España y de Europa en general. Ya una experiencia similar emprendida en el año 2000 me permitió tan buena conexión con los chicos franceses que mi novela "Mi tesoro te espera en Cuba" (en fancés "Cuba destination trésor") fue recompensada con el premio de la Ville de Cherbourg y finalista del Prix des jeunes lecteurs... ambos integrados por jurados de chicos lectores muy exigentes. 

La Isla de las Alucinaciones recibió el premio de novela juvenil Avelino Hernández que patrocina el ayuntamiento de Soria. Proclamado en enero pasado, el galardón me fue formalmente entregado durante mi primera estancia en la ciudad de los poetas Bécquer, Machado y Gerardo Diego.


Palabras  de aceptación del V Premio Avelino Hernández de novela juvenil


Comenzaré con una cita obligada: “Seré breve…”






El 27 de octubre de 1492, cuando Cristóbal Colón desembarcó en Cuba ni remotamente se le ocurriría pensar que más de cinco siglos después un descendiente de los indios desnudos que amablemente le recibían ganaría un premio en Soria… tierra grata a la reina Isabel que tanto lo ayudara en su viaje de revelación (evitemos el polémico término de “descubrimiento”) de un “Nuevo Mundo” al  mundo viejo.

Por supuesto, no escribí “La Isla de las Alucinaciones” con una pluma de guacamayo como las que ornaban las cabezas  de mis remotos antepasados. Cuando presenté por primera vez una novela a premio  -hace 40 años- esos vistosos papagayos ya estaban más extinguidos que aquellos aborígenes de los que desciendo por línea paterna.


En 1977 yo no escribía siquiera con la estilográfica china que me habían regalado por mis quince años, pues perdía tinta; pero chinos hay muchos en mi novela premiada con el Avelino Hernández. También hay una pandilla de chicos como en aquella novela mía de hace cuatro décadas, que se titulaba “Aventura en el campamento vacacional” y compartía con “La Isla de las Alucinaciones” el escenario costero, el misterio y la cercanía siempre problemática entre Cuba y Estados Unidos.  

manuscrito presentado al premio UNEAC en 1977
... y la novela, de aquel derivada, que publicó Alfaguara en 2009
Aquel premio de la Unión de Escritores de Cuba al que me presenté en 1977 fue declarado desierto.  Pero Dora Alonso, escritora que presidía el jurado con su enorme prestigio, me dijo: “tu libro fue lo mejor que se presentó y tú sin dudas tienes madera de escritor; por eso puedo decirte francamente qué falla en tu libro”. 

Sus observaciones y consejos me fueron muy útiles y si no salvaron de momento aquella primer manuscrito, sí  contribuyeron la publicación de mi primer libro, El secreto del colmillo colgante, seis años después. No obstante, cuando salí de Cuba en 1989 seguía sin haber ganado un premio de la importancia del Avelino Hernández… y ya no podría ganarlo allí porque ningún emigrado cubano “es profeta en su tierra”.

las dos versiones del que fuera mi primer libro:
El secreto del colmillo colgante. La Habana. Gente Nueva, 1983
y la versión "definitiva"
El secreto del colmillo dorado. Hillmann. Bogotá, 2013
He publicado más de treinta libros en doce países y diez lenguas, e incluso algunos de mis libros han sido galardonados tras su publicación (en Francia, Alemania, Cuba y Venezuela). Pero ha debido ser en esta antigua ciudad de la Madre Patria que un jurado confíe totalmente en una de mis novelas inéditas. “La Isla de las Alucinaciones” cuenta el desentrañamiento del enigma cubano por una chica española, con formas más frecuentes en la narrativa hispana que en mi isla nativa: combinando aventura, historia y actualidad.

Ya he sido bastante breve y quiero agradecer al Ayuntamiento de Soria la excelente idea de crear un premio de novela juvenil que, al ser independiente de los planes y estrategias editoriales, se arriesga con un tema que “no se lleva”… aunque estoy seguro de que muchos jóvenes, y uno que otro adulto, se llevará en el corazón mi libro cuando lo publique (y será pronto) la editorial Premium… de aquella Andalucía que tanto sembró en los primeros tiempos de la Cuba española.

No puedo dejar de pensar en este momento en los autores que NO ganaron el Avelino Hernández en su quinta edición… y en los muchos escritores que pasan años mandando a premios que ganan otros. Entre los decepcionados (que son una abrumadora mayoría, pues solo puede ganar uno cada vez) siempre hay quien dice que los premios son una lotería. Es injusto porque, salvo condenables excepciones, los jurados trabajan con tanta seriedad como los autores que merecen –ganen o no– el galardón. Lo único de azar en un evento de este tipo es la coincidencia entre un jurado sensible a ciertos temas, formas o contexto y la obra que los posee, destacándola entre los demás manuscritos de calidad.

tapa y portadilla de la primera
novelita que terminé apenas cumplir
13 años
Y ahora sí voy a acabar de ser breve de una maldita vez:



Yo empecé a escribir en 1492… perdón, en 1967, siendo todavía un niño, cuando me faltaron las ediciones españolas que tanto me gustaba leer. Eran libros de autores peninsulares como Carmen Kurtz o Montserrat del Amo; pero sobre todo de autores ingleses, escandinavos o alemanes editados por Juventud, Molino, Noguer… que Cuba dejó de importar por razones ideológicas.

El caso es que demoré medio siglo en ganar este premio. Pero en el camino -que no ha sido largo y tortuoso, sino ancho y venturoso- he dejado una decenas de libros y muchas satisfacciones (también  una que otra frustración, ¿por qué ocultarlas puesto que ponen sal y pimienta a toda carrera literaria?). Ha sido un camino de crecimiento y de encuentros que me trae hoy, feliz, a Soria: tierra de poetas.

Perdonen que haya sido tan breve… ¡MUCHAS GRACIAS A TODOS!

Joel Franz Rosell


En Soria, el 13 de junio de 2017


La Isla de las Alucinaciones
desde este verano en toda España
Editorial Premium
http://www.autorespremiados.com/

presentación oficial en la Feria del Libro de Soria
4 al 11 de agosto


FRAGMENTO

... todas las ventanas de la casa, excepto la de la cocina, estaban cerradas. Para abrir la puerta, la nieta más joven de Mamá Chong usó la llave; cosa sorprendente pues los chongolinos solo echaban el cerrojo cuando salían del caserío.
Adentro estaba oscuro, casi frío y olía fuerte. Cuando su vista se ajustó a la poca luz, los chicos descubrieron mazos de hierba, hojas y flores secas en los rincones o colgando del techo. Eran las plantas medicinales con las que Mamá Chong trataba los problemas de salud que los chongolinos preferían no someter a la “médica de la familia”, y que también servían, como decía la centenaria, “para purificar los años que viven escondidos en mi vieja casa”.
Otra de las nietas de Mamá Chong acompañó a los visitantes a una habitación donde había muebles cuyas formas y colores se borraban en la penumbra. Paloma tuvo la impresión de volver a la tienda de antigüedades que tanto gustaba a su tío Homero. Había unas estatuillas y un jarrón que brillaban poco a pesar de estar junto a una lámpara de aceite. A la mente de los chicos vinieron palabras exóticas como “jade”, “laca” y “marfil”.
–¿No les han enseñado a saludar? –preguntó una voz.
Los cinco se volvieron sobresaltados hacia lo que habían creído un armario y que en realidad era una especie de sillón. Allí se hallaba Mamá Chong. Era pequeña y delgada como una muñeca, y su piel estaba tan arrugada y oscurecida que parecía madera. Sin embargo, sus ojos brillaban. Y eso que la lámpara de aceite no la alcanzaba con su luz ambarina.
Comenzó por preguntarle a cada uno cómo se llamaba, cuáles eran los nombres y la profesión de sus padres, qué edad tenía y en qué curso estaba. Pero no parecían interesarle las respuestas y sus ojos vagaban por los rostros de los otros chicos. A continuación repetía las mismas preguntas al chico de al lado, sin mirarlo mientras le contestaba. A Maruchi, en lugar de interrogarla, le espetó:
–¡Tú, igual que siempre!
Todos se preguntaron, inquietos, si el asunto del repelente y la rivalidad con Paloma habían llegado a sus oídos. Pero la centenaria ya decía, como para sí misma:
–La Chongolina tiene un problema con los alacranes. Un problema antiguo…
Creyeron que Mamá Chong iba a hablar de lo ocurrido esa mañana. Pero tras un silencio, tan largo que pensaron que la centenaria se había dormido, su voz resurgió con una entonación completamente distinta, suave y al mismo tiempo cavernosa, como si brotase de un enorme jarrón de porcelana:
–Los primeros chinos que llegaron a esta comarca fueron víctimas de un filibustero; gallego por parte de padre, filipino por parte de madre y malvado por todas partes. ¡Pobres chinitos! Caer en manos de Jefe Escorpión fue lo peor que pudo ocurrirles. El maldito se enteró de que los ingleses se proponían abastecer con chinos el mercado de trabajadores del Caribe, y les ofreció su conocimiento del litoral cubano y del Mar de China Meridional, su habilidad para el comercio ilegal y su goleta Ocamba, enteramente tripulada por bribones.
Mamá Chong hizo una pausa. Su mirada se detuvo tanto tiempo en Paloma y Maruchi que todos tuvieron la impresión de que buscaba en ellas la inspiración para proseguir.
–Largo y penoso era el viaje. Había que atravesar el Océano Índico, contornear África y cruzar el Atlántico hasta los puertos de La Habana o Matanzas. Algunos morían, y los demás llegaban flacos y débiles. Para que soportaran aquellos meses de angustia, Jefe Escorpión ordenó distribuir opio entre los desgraciados chinos. Luego tuvo la idea de dejarles descansar en una isla desierta antes de llevarlos al mercado de braceros. Los chinitos podían bañarse en el mar, tomar sol, recuperarse del mareo y la mala comida de a bordo, y fumar más opio...
–No era tan malo el Escorpión ése –comentó Kilito.
–¡Era el peor de todos! –graznó Mamá Chong–. La salud de los chinitos no le importaba nada. Solo pretendía que lucieran bien para cobrar más dinero por ellos. Sus “buenos tratos” y el opio reducían la desconfianza de sus víctimas, que creían haber pasado lo peor y acababan firmando contratos de trabajo que los convertían prácticamente en esclavos. Gracias a sus trucos, Jefe Escorpión comenzó a obtener mayores ganancias que los demás traficantes. 
La nieta mayor de Mamá Chong entró con una bandeja y varias tazas humeantes. 
–Es la hora de su té, Mamá –dijo en voz baja.
Las tazas eran antiguas, de porcelana, todas diferentes. Alguna estaba un poco rota, pero resultaban un lujo comparadas con los jarritos de lata que usaban los chongolinos. Por el olor, los chicos comprendieron que su infusión no era la misma que llenaba la taza de la centenaria. Una taza grande y dorada, decorada con un dragón... ¿O era un escorpión?
Mamá Chong cerró los ojos y aspiró el vapor que salía de su taza. De los chicos, el único que apreciaba el té era Carbó. Jorge y Kilito intercambiaron una mueca y dejaron las tazas en el suelo. Pero la anciana, siempre con los ojos cerrados, ordenó:
–¡Beban!... Dejar enfriar el té es ingrato, tonto y hasta dañino.
Los cinco sintieron como la infusión corría por sus gargantas, sus estómagos… hasta llevar su calor a las plantas de sus pies y a la raíz de sus cabellos. Tuvieron la impresión de que la habitación se llenaba lentamente de una luz dorada y vaporosa que nada tenía que ver con la lámpara de aceite.
–Jefe Escorpión se convirtió en un hombre rico, poderoso, y compró la isla donde enmascaraba los sufrimientos de los chinitos. Allí, como en los tres barcos que llegó a poseer, sus menores deseos eran órdenes para los marineros, y leyes inviolables para la mercancía humana que le reportaba un cofre de oro por  viaje. Sin embargo, Jefe Escorpión no vivía mejor que cuando era un miserable filibustero. Él no se cubría de oro y terciopelo, como sus lugartenientes, y no comía faisán ni bebía coñac francés como ellos. A él lo que le gustaba era el poder, ejercer su autoridad sobre todos y sobre todo: fueran quienes fueran, fuese lo que fuese. Por eso, aunque ya había cumplido ochenta años, seguía capitaneando su goleta Ocamba, y mandando como un rey en su isla de opio y mentiras…

–La Isla de las Alucinaciones –musitó Carbó
                                                   
                                      (...)





EN LA PRENSA







Unprimera aventura  de los protagonistas de "La Isla de las Alucinaciones" se cuenta en Mi tesoro te espera en Cuba, publicada en España por Edelvives (2008) y estrenada en su versión francesa Cuba destination trésor (Hachette. París, 2000)

tres versiones de Mi tesoro te espera en Cuba: Hachette, 2000; Sudamericana, 2002 y Edelvives, 2008 


6/6/17

CUBA. AUTORES ADULTOS Y LECTORES NIÑOS: HERMANOS DE INTERCAMBIO

La Habana. Editorial Gente Nueva, 2016
Premio Pinos Nuevos
ilustraciones: Ares

Hermanas de intercambio y el pacto con el lector infantil

¿Realismo o desencanto?

Desde mediados de los años 1990, los autores de literatura infantil que en Cuba suplen la falta de una verdadera actividad crítica (que no es la opinión de creadores sobre su obra o la de sus colegas, y a veces amigos, ni la promoción que hacen las editoriales de sus productos y ni siquiera la mayoría de los trabajos universitarios, más elogiosos que exegéticos). Esos autores desdoblados en ensayistas y normativos (al también ejercer como jurados y editores) han defendido la tesis de que el abordaje sin cortapisas de los males de la familia, la escuela y la sociedad en general, es la marca definitoria de la literatura (en realidad se refieren esencialmente a la narrativa) cubana para chicos posterior a 1989.

Lo que yo veo es que la literatura infanto-juvenil cubana contemporánea está fuertemente impregnada del mismo desencanto que Leonardo Padura señala como rasgo característico del conjunto de la creación en la isla. Esa posición o sensibilidad se manifiesta en la narrativa que podemos considerar propiamente realista porque sitúa en un marco (geográfico, histórico, socio-económico, cultural) reconocible, a personajes “comunes” que reciben golpes, enfrentan y a veces (pocas) vencen problemas objetivos -o subjetivos con base objetiva- sin herramientas, estrategias o recursos mágicos, parabólicos o simbólicos. Otra parte, en absoluto desdeñable, de la narrativa infanto-juvenil cubana posterior a 1995 recurre a distopías, parábolas, escenarios no localizados o personajes fantásticos no solo por preferencias estéticas (como Mildre Hernández en su lograda Memorias de una vaca o Luis Cabrera en su atrevido Camposanto florecido) sino porque su necesidad de cuestionar la realidad implicaría un choque castrador con la dificultad que todavía tienen ciertos estamentos para aceptar una representación crítica de la Cuba actual.


No obstante, si hablé en mis primeras líneas de desencanto más que de realismo, es porque no veo en la LIJ cubana actual tanta representación concreta de nuestras realidades (¿alguna vez he leído términos como “reunión del CDR”, “picadillo de soya”, “se cayó del camión”, “batalla de ideas”, “paladar”, “bloqueo”, o la evocación explícita de una calle, de un barrio o de un hecho relevante reciente?). En cambio veo un pesimismo casi programático en gran parte de la producción; sea de corte realista o parabólico-fantasiosa, en forma de libro independiente o integrado a una de las abundantísimas “antologías”.

Pero si puedo entender y hasta compartir la inquietud de muchos frente a ciertos aspectos de nuestra realidad, lo que realmente me preocupa es verla expresada con evidente desconocimiento de las necesidades y posibilidades de comprensión y disfrute  por su destinatario supuesto, que son almas cargadas de futuro.

Para ganar un premio de literatura infantil e incluso para publicar un libro, hoy, en Cuba, parece obligatorio mostrar un niño más o menos infeliz, con los padres divorciados y uno de ellos al menos, alcohólico, ausente, violento, frustrado… sin que se indiquen, en la mayoría de los casos, los motivos sociales de tanta disfuncionalidad: falta de utilidad, mala remuneración y/o de reconocimiento social de la labor ejercida, hacinamiento en una vivienda con malas condiciones, injusticia social, desacuerdo con el Sistema… Parecería que se dice a los chicos: tus adultos son malos porque sí; las dificultades de los individuos y de la sociedad están desconectados de los grandes problemas estructurales o coyunturales de la nación y el mundo.    

ilustración de Ares
Ruptura de contrato

Las fuentes del fracaso de los personajes adultos están a menudo ocultas tras veladas alusiones, símbolos, metáforas u opacas elipsis. Demasiado vagamente para la comprensión o la catarsis a que el joven lector tiene derecho. Abundan (¿predominan?) temáticas, ideas y personajes adultos; pero incluso cuando no es así, la perspectiva y las referencias –culturales, históricas, cotidianas- de los personajes y del propio narrador (frecuentemente una tenue máscara del autor) evidencian que numerosos libros infanto-juveniles cubanos no son libros para niños y adolescentes. Para decirlo más claro: hay demasiado texto ombliguista, más preocupado en mostrar a los colegas el dominio de las técnicas literarias de moda o en aliviar al autor de sus decepciones, frustraciones, cóleras y dudas… sin tener para nada en cuenta la necesidad de sus compatriotas más jóvenes, que en definitiva también son impactados por frustraciones, cóleras y dudas (las mismas y otras que son específicas de su edad).

Hay quien evacúa el problema –del que está perfectamente consciente- con una pirueta demagógica, afirmando que los niños lo comprenden todo, que incluso comprenden mejor que los adultos, que cualquier tema cabe en la literatura infantil si está debidamente tratado… Pero he ahí el problema: que demasiado a menudo aparecen libros para niños de escritores que no conocen ni les interesa conocer a los niños. Lo digo francamente: hay mucho poeta, narrador o dramaturgo que no encuentra lugar en los planes editoriales para adultos y se apea con un presunto libro para chicos única y exclusivamente para tener un título más… y cobrarlo. Y arman su artefacto con el oficio que tienen (un oficio a base de fórmulas que no funcionan en la LIJ), con mucho lenguaje y muy poca trama, y –lo repito- desde un desconocimiento casi completo del infante como lector.

Pero el problema no radica solo en un puñado de oportunistas, sino en parte de la masa que, con la mejor intención, se lanza o instala en la literatura infantil sin conocerla y sin esforzarse en comprender a su destinatario.

Tratar a los chicos como si fueran adultos no es respetarlos. Es, al contrario, depreciarlos (¿despreciarlos?) al punto de no querer conocer sus peculiaridades sicológicas e intelectuales, su rango de vivencias y cultura. Es, sobre todo, no ser capaz de hallar en sus peculiaridades todo lo contrario de una limitación: un vasto horizonte donde explorar y desarrollar invenciones estéticas.

La renuncia a nuestro papel de mediadores entre el niño-adolescente y el mundo me parece imperdonable porque si algo no podemos eludir los adultos, seamos escritores, padres, maestros u otros actores sociales, es nuestro deber de proteger y acompañar a los más nuevos en el difícil tránsito de la vida. Si no estamos capacitados o, peor, dispuestos a cumplir el rol de Mentor, no asumamos la tarea. Al igual que un adulto cualquiera que prefiere no tener hijos por considerarse incapaz de educarlos, un escritor que no se estime suficientemente apto o motivado para conciliar –al precio que sea necesario- su ambición personal y las necesidades del destinatario infanto-juvenil, no debe publicar libros para tan especial público.

Cuando el autor y lector son hermanos           

No son pocos los autores cubanos (de las diversas generaciones en activo) que han salido airosos del desafío que supone la literatura infantil contemporánea: ser un adulto que escribe para niños y adolescentes en una época que ha quebrado la campana de cristal que otrora los aislaba de las realidades socio-económicas, morales, sicológicas… Todo ello sin renunciar (el autor) a la expresión auténtica de su espíritu, ambición e ilusiones de individuo y creador ni sacrificar (en el lector) su derecho a comprender, crecer y disfrutar.

En otra oportunidad extenderé mi análisis a otras obras publicadas en años recientes que han sabido aunar audacia estética y amenidad, en complicidad y no en conflicto con el destinatario niño o adolescente. Entre los que lo han logrado sin abandonar una visión crítica mencionaré libros tan peculiares como: 274, de Andrés Pi Andreu; Alicia, de Yamil Ruiz; La tienda de nadie, de Elena B. Corujo; Manolito y las cosas muertas, de Karel Bofill Bahamonde o Una casa con jardín, de Rebeca Murga y Lorenzo Lunar… Pero voy a detenerme, por ser uno de los títulos más recientes, de uno de los más jóvenes autores del panorama literario nacional, en Hermanas de intercambio, de Eudris Planche Savón, que fuera premio Pinos Nuevos 2015 y ha sido publicado este año por la editorial Gente Nueva, con atinadas ilustraciones del siempre competente Ares.

Hermanas de intercambio es una noveleta breve (92 páginas en formato 16 x 10 cm) dividida, de manera no muy evidente, en varias series de capítulos cortos que pueden ser de dos tipos: la narración “directa” hecha por Camila, una niña de 10 años, observadora e inteligente pero no desprovista de ingenuidad (fuente de sonrisas para el lector adulto y de identificación por el lector juvenil), y los apuntes de la  “libreta-diario” de la propia heroína-narradora. Lo que hace compleja la lectura es la alternancia –de hogares y de protagonismo de las anécdotas- que practican Camila y su hermana Yunieska. Es que se trata de una familia recompuesta: dos niñas que van y vienen de casa de la mamá a la casa del papá, alternándose. La madre de Camila parece “ligera de cascos” (no voy a utilizar la palabra “jinetera” que calificaría demasiado duramente al personaje y que, por supuesto, no la emplea el propio Planche; pese a que su lenguaje no es siempre pedagógicamente correcto). De todos modos, la más mala de la historia es la amargada abuela Hortensia. No mejor paradas salen Kassandra, condiscípula de Camila que pertenece a una familia “maceta”, y la maestra, demasiado sensible a los regalos de la susodicha.

Desde la primera viñeta, muy corta, titulada “Yunieska”, se destaca el estilo irónico y con gran habilidad para decir lo que no parece, del autor y/o la protagonista. Empezando por el hecho de que es hablando de su hermana y de la abuela que la narradora, Camila, se define a sí misma: lúcida, pero subjetiva, muy interesada en la vida ajena y en comprender a los adultos, exagerada, bastante tramposa e incluso un poquito mentirosa… En resumen: una niña deliciosamente compleja e interesante; excelente elección como narradora.

De hecho, lo más interesante del libro es la voz de Camila: su personalidad y manera de contar personajes y situaciones, sean estos importantes o apenas incidentales. La narrativa infantil cubana de este siglo explota mucho la fragmentación, habiendo de hecho creado todo un género nacional con los libros de “viñetas”. Cuando el autor es capaz de adobar su precisa lengua con eficaces “perlas” de la oralidad infantil cubana, ese protagonismo del discurso, y la galería de personajes que dicho instrumento presenta, constituyen en sí mismos un valor narrativo… que una trama de mayor desarrollo quizás no garantizaría.

El centro del libro son los conflictos familiares e interpersonales, con un enfoque nada idealizado de la familia, la escuela y el barrio; de los adultos y de los propios niños. Los recursos narrativos pueden ser innovadores, puestos en función de una representación que si bien, como ya he dicho, se ha convertido en estilema de la reciente narrativa cubana para chicos, refleja no solo nuestra sociedad actual... sino lo muy al tanto que están nuestros benjamines –lo admitamos o no- de sus impurezas. Un ejemplo es esta discusión entre los padres de Camila y Yunieska, en plena crisis de divorcio, donde la división de los bienes incluye a las dos niñas, completamente objetalizadas:

Papá1: Es muy fácil llevarse todo lo nuevo. Hasta cuando voy a perder, la yunieska es nueva y me la quedo yo, al igual que la batidora: la compré por mi mamá, no por ti. Si quieres llévate este mueble y la camila, que están de uso.
Mamá: ¡Nada de eso! Si tú eres inteligente, yo lo soy también. Mejor, para que terminemos con esto de una vez, lleguemos a un acuerdo. Pero primero te digo que el dinero que está en el banco es mitad tuyo y mitad mío, ¿o aceptas o no hay trato?
Papá1: Okey, aunque es fácil para ti decir “mitad y mitad”, ya que el dinero no salió de tu bolsillo. ¿Cuál es la propuesta de la que hablas? ¿Cómo hacemos con la yunieska, la batidora, y la camila?
                                                    p.31

ilustración de Ares
  
Hermanas de intercambio tiene un tema similar (divorcio y recomposición familiar, problemas escolares, adultos egoístas y egocéntricos) al de otros muchos libros infantiles publicados últimamente en Cuba; pero en este caso no se rompe el pacto con el lector puesto que el tratamiento formal, la perspectiva y las anécdotas se basan directamente en el mundo que viven los niños, y en su visión de los conflictos y defectos adultos (los afecten directamente o no). Esos ojos que miran y voz que narra han sido hábilmente construidos por Eudris Planche Savón a partir de una captación eficaz del mundo y la psicología de una infancia… de la que se le siente próximo, y no solo por su propia juventud. Lo confirma esta declaración al diario salvadoreño CoLatino:

La realidad gris la convertimos en un juego. Podíamos estar en la calle desde que salíamos de la escuela hasta pasadas más de las 10 de la noche, jugando un juego tras otro. Juegos de grupo. A través de mi literatura trato de recuperar mucho de esa realidad que viví, aunque por supuesto dándole un enfoque moderno, con niños protagonistas de estos tiempos. El humor siempre tendrá un espacio en mi literatura, por muy cruda que sea la realidad que retrate. La infancia que viví me demostró que siempre hay un momento para la risa...

https://www.diariocolatino.com/traves-literatura-trato-recuperar-mucho-esa-realidad-vivi/

La reconstrucción que de la realidad cubana actual hace Eudris Planche resulta pertinentemente enriquecida por el humor, experiencias personales ficcionalizadas y experimentos formales. Es por eso, pero sobre todo, insisto, por su respeto del niño (tal cual es, y no puesto en un altar) que considero Hermanas de intercambio uno de los buenos ejemplos en que se desmiente el tabú de que escribir críticamente sobre la realidad cubana actual impide la amenidad y la comunicación con el niño real.

Joel Franz Rosell
  
ilustración de Ares


13/4/17

mi primer libro en chino

El paraguas amarillo
publicado en chino simplificado por
Oriental Babies & Kids Ltd.
Nanking; República Popular China






Este libro fue estrenado, también con las ilustraciones Gulia Frances Campolmi, por la editorial gallega Kalandraka (en castellano y gallego), y traducido al italiano en 2012.


El paraguas amarillo.
Autor: Joel Franz Rosell
Ilustradora: Giulia Frances
Editorial: Kalandraka (Pontevedra/Sevilla), 2012ISBN: 978-84-92608-84-5. Colección Cuentos para soñar. 13€. Traducciones al gallego y el italiano. Actualmente, fuera de catálogo y en busca de nuevo editor.

En una ciudad gris, habitada por gente gris, en la que solo se puede fabricar una cierta cantidad de paraguas grises en un día, por error o por deseo de cambio de una persona fue posible que surgiera un paraguas diferente. Un paraguas amarillo, con las mismas esperanzas e ilusiones que las de los otros paraguas: salir a la calle, sentir su tela estirada, notar las gotas de lluvia caer y deslizarse. El paraguas amarillo, por ser diferente, tendrá que luchar más para conseguir encontrar su sitio en un mundo en el que nadie está dispuesto a darle una oportunidad.
Joel Franz Rosell  nos cuenta la historia del paraguas con un lenguaje muy cuidado y lírico, nos invita a reflexionar sobre el valor para innovar, cambiar las cosas. Un libro sobre los anhelos personales, sobre el sentido del deber, sobre las frustraciones que cada uno tiene en la vida y sobre el miedo a las diferencias: estos son los sentimientos de un paraguas pero también son los desafíos que todos debemos afrontar cada día para ser felices. Las ilustraciones de Giulia Frances; con su línea clara y el uso predominante del gris, crean un ambiente perfecto para comprender las emociones y sentimientos de este paraguas amarillo en una ciudad de paraguas grises.
Encarnación Espinosa Astillero.
 Revista Peonza n° 101. Santander (España), junio de 2012.

Este cuento fue el primero que escribí, en 1987 tras un revelador viaje a Ecuador, en que desarrollé el que acabaría por convertirse en mi estilo más personal: una mezcla de realismo y fantasía, de formas de cuento infantil con temas no exclusivamente para chicos que caracteriza mis mejores libros: Los cuentos del mago y el mago del cuento (que lo incluye en su primera versión en castellano), Aventuras de Rosa de los Vientos y Juan Perico de los Palotes, Vuela, Ertico, vuela, y otros. 
También lo incluí en Era uma vez um jovem mago, mi primer libro brasileño y que lo puso, traducido al portugués por Laura Sandroni, por primera vez en manos de lectores.


La tercera novela detectivesca juvenil cubana cumple 40 años

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