20/7/19

La Luna: uno de los más viejos sueños de la Humanidad



 48 horas antes del cierre visité la exposición La Luna: del viaje real a los viajes imaginarios, que presentó el Grand Palais de París con motivo del 50 aniversario de la primera visita humana a nuestro satélite.


Yo esperaba ver más sobre la hazaña hecha realidad el 21 de julio de 1969, cuando Neil Armstrong y Buzz Aldrin se convirtieron en los primeros hombres en pisar la Luna, mientras su camarada Michel Collins permanecía en órbita del artefacto de la NASA que debía traerlos unos días después a la Tierra. Pero como indica el título completo de la muestra, el objetivo era recorrer de manera más amplia la muy antigua relación entre la Humanidad y la Luna.

composición mía a partir de un dibujo de
"Objetivo Luna", de Hergé
Hace 50 años, Cuba vivía enfrascada en la Guerra Fría y si nuestra prensa nos daba hasta el último detalle de la extraordinaria aventura espacial soviética, prefería subrayar cuanto pequeño fracaso pudiera sufrir la NASA norteamericana (cada vez que un cohete norteamericano se estrelló, se escucharon risotadas en la prensa escrita, radial y televisiva y cada vez que los soviéticos tuvieron un percance… silencio absoluto).



Así que el 21 de julio de 1969 tuve que conformarme con escuchar, en la radio de onda corta que teníamos casi escondida en la cocina de la casa familiar en Santa Clara (centro de Cuba) el reportaje de la Voz de las Américas en torno a la llegada del hombre (dos norteamericanos, “desgraciadamente”) al cuerpo espacial más cercano a nuestro planeta (400 000 km, que no es poco).

Desde hacía días yo estaba al tanto de lo que debía ocurrir esa noche… gracias a la misma radio y la misma emisora. La prensa cubana si algo publicó al día siguiente (quiero creer que sí) no fue una plena página entusiasta como la de Ouest France, presente en una de las vitrinas del Grand Palais.

Viví aquel silencio como una afrenta personal. Yo era, y sigo siendo, un apasionado de la aventura espacial y si “los míos” eran entonces los soviéticos; la pasión no me cegó como a los dirigentes de mi país. La conquista de la Luna yo la había “vivido” en la densa novela Dos niños en la Luna, de David Craigie y, sobre todo, en el doble álbum en que el historietista belga Hergé cuenta la aventura lunar de Tintín, Milú, el capitán Haddock, el profesor Tornasol y los otros.



la primera versión de esta aventura en dos partes apareción en la revista Tintín
entre 1950 y 1951, y en formato álbum tres años después

Esos libros no los encontré en librería alguna, pues no circulaban en Cuba desde el triunfo de la Revolución. De esos y otros libros españoles se encontraba algún ejemplar en la red nacional de bibliotecas (creo que a partir de 1968, fue la llamada Ofensiva Revolucionaria la que puso fin a esas importaciones de títulos, y los lectores cubanos debimos conformarnos con las ediciones cubanas y las producciones en lenguas extranjeras de los hermanos “países socialistas”).

dibujo realizado por Hergé en julio de 19

Tanto me interesaba la cuestión de la exploración lunar que escribí una novelita titulada “Buscando la Luna” entre el 14 y el 18 de mayo (¡solo cuatro días!) de 1969 (aunque tengo alguna duda sobre el año, pues solo conservo una quincena de los 54 manuscritos que escribí en mi adolescencia, y en el inventario que elaboré en 1973 algunos títulos aparecen fechados así: “¿ 68 ó 69?”). 

Mis protagonistas no eran ni rusos ni norteamericanos, sino franceses, y su viaje había sido organizado por un supuesto Centro Francés de Investigación Espacial situado en los Pirineos. Nada recuerdo de la historia, pero sí que el protagonista (Javier, un niño pelirrojo de unos 10 u 12 años) y sus compañeros astronautas escuchaban la noticia de que el asesino de Kennedy había sido devorado por una manada de lobos en Alaska). En todo caso supongo que mi primera fuente de inspiración fuera la aventura lunar de mi adorado Tintín.

De la expedición de Apolo XI, casi no hay en la exposición del Grand Palais otra cosa que la reproducción de un casco espacial y de la huella que dejó Buzz Aldrin en el polvo lunar. La performance artística de Mircea Cantor incita a comparar su pie con la huella… e hice como todo el mundo.


Las más ricas son las secciones de la exposición consagradas al sueño (obsesión podría decirse) de la Humanidad por ese extraño astro que aparece y desaparece, en apariencia caprichosamente, del cielo terrestre. Ya en el siglo II d.n.e. Lucien de Samosate publicó un primer relato lunar y muy famosas son  películas como la que, en los primeros tiempos del cine, realizó el gran Georges Meliès (versión cómica y muy libre de la novela de Julio Verne "De la Tierra a la Luna", publicada en 1865). Sin embargo, desde mucho antes la religión, la ciencia y el ciudadano común se interrogó sobre la Luna, utilizándola no solo para explicar el supuesto espíritu inconstante de la mujer, sino para calcular el paso del tiempo.
 
Le voyage dans la Lune
Georges Meliès (1902)



"La mujer de la Luna", de Fritz Lang (1929)

Las más diversas civilizaciones, continentes y épocas están representados en el culto lunar del que recoge numerosas muestras la exposición.

Me llamaron particularmente la 

atención un símbolo lunar-solar 

incaico de pura plata, un 

calendario lunar perpetuo de la 

civilización africana yoruba, 

varias figurillas egipcias, 

babilónicas, del imperio chino, 

una máscara de la actual 

República Centroafricana y un reloj astronómico construido bajo la dirección de Charles 

Perrault (el mismo que inaugurara la literatura infantil con sus famosos “Cuentos del mamá 

Oca, era un funcionario de la corte de Luis XIV que se ocupaba de las cosas más diversas).


Pierre Fardoil (relojero), Doménico Cucci  (ebanista), Jacques Caffieri(broncista),
François Girardon ( escultor), Antoine Coypel (pintor)
bajo la dirección de Charles Perrault
1699


un casi incunable mapa lunar ilustrado con amorcillos 

Lo más abundante son pinturas, esculturas y obras de arte, desde los egipcios a nuestra época que dan buena muestra de cuánto la Humanidad ha dejado volar su imaginación o ha intentado representar la belleza y misterio de la Luna.

La Luna es un motivo casi omnipresente
en la obra de Marc Chagall

dos piezas de la serie de Leonid Tishkov
Privet moon
fragmento del cuadro de La nuit un port de mer au clair de lune, 1771
de Claude-Joseph Vernet


Yo soy un astronauta (cosmonauta o espacionauta) frustrado

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